
Otra vez los exhibidores dejaron sin salas a una película argentina, esta vez le tocó el turno a El Destino de Miguel Pereira. Los exhibidores vuelven a mostrar su cara verdadera y quienes estamos en la producción de cine tenemos que aceptar lamentablemente esta realidad al menos que se tomen medidas más duras contra las grandes cadenas y complejos de exhibición. A estos señores la proyección de una película solo lo ven como un hecho mercantil de generación de plata fácil y rápida. Entonces cuando se proyecta una película argentina utilizan todos los artilugios que encuentren a su mano para que la película se vaya de la sala. Esto lo hacen diciendo que no hay más entradas cuando la sala está prácticamente vacía o desalentando al posible espectador haciendo una dura crítica de la película o llegar al extremo de comentar que en algunas partes el film tiene rayas en la copia. El negocio de las salas es privado pero la producción de cine en este país está subsidida por el estado, ya que es la única manera de que esta industria funcione. ¿Qué hacemos entonces con la última cadena de la producción si nos encontramos con semejante boicot?
El estado se debe apropiar de una sala de cada complejo y que se destine a pasar solo cine argentino. (continuará)