sábado, 7 de septiembre de 2013

Acerca de mi última película / Acerca de Lejos de Paris



A veces me cuesta definir o decir que es Lejos de París (a partir de ahora LDP). Porque LDP habla sobre Rosario, sobre lo que esconde y lo que muestra la ciudad, pero es también mi mirada personal en donde la propia vida aparece entroncada con el devenir de esta pequeña metrópoli.
LDP comenzó como la idea de una película que tendría a la ciudad como protagonista a partir de una mirada muy personal, pero el proyecto fue mutando desde el documental hasta esa frontera particular y difícil de definir que es el ensayo cinematográfico. En ese momento pensé en muchas películas sobre ciudades o ensayos autobiográficos y venían a mi cabeza los nombres de Chris Marker, Terence Davies, Agnes Varda, James Banning, Alain Cavalier, Jonas Mekas y obviamente Godard.
En todos estos casos el punto de vista es el de la primera persona y situarme en ese lugar significaba también un planteo que iba más allá de la típica exposición que habitualmente tenemos como realizadores.
Nada de esas películas que vi quedo en LDP, porque LDP se empezó meter conmigo y de repente comencé a ver mi vida incrustada allí en la pantalla o mejor dicho mi vida incrustada en la vida de la ciudad. Porque la ciudad y nosotros terminamos siendo una sola cosa que se confunde y que llevamos para todos lados.
Una ciudad se puede conocer por los hoteles y las ciudades entre sí se conocen por los hoteles. Las películas nos hablan de los hoteles y las ciudades y nosotros creemos que es así. La ventana del hotel de Manhattan puede mirar hacia una calle del centro rosarino. Esta frase está en la película porque LDP es una ciudad y son todas las ciudades… y también soy yo en esas ciudades. Hay fragmentos de Rosario que son Madrid, Montevideo, Barcelona, Paris, Chicago. Marruecos y NY. En cada viaje que he hecho he buscado a Rosario en otras ciudades. Para terminar la película viajé a NY con la intención de encontrar el hotel desde cuya ventana podía ver la geografía rosarina atravesada por los rascacielos.
La ciudad está tan cerca como yo, está tan lejos como yo. La ficción también está, en las propias palabras. En la muerte de la mujer que todavía vive. En el recuerdo de la mujer que murió a la distancia. En la presencia viva de esa mujer que me mira 10 cuadras y media para allá. Rosario y la medida del amor.
La ciudad marca los trazos, las rutas de la vida, aunque esas rutas a veces no estén dentro de la ciudad, Como si viajar fuera volver, como si irse fuera regresar. Como un inmenso tatuaje que me recubre el cuerpo, como un mapa que me conduce a la profundidad de un espacio, de algo que llamamos ciudad, pero que son esas dos inmensas y bellas y feas tetas que me persiguen y a las que persigo
La ciudad como un par de tetas y nuestra vida persiguiéndolas, como al amor que aparece y desaparece y que vive y late entre la oscuridad de las veredas y la luz de las avenidas que recorremos.
Buscar con la vista lo que la memoria recuerda de manera antojadiza: la intersección de las calles es lo único verdadero. Bondis que van y vuelven. Y en esa habitación de cama single dos personajes de Raymond Carver que pasaron la noche en vela, para darse cuenta que ese no era su lugar, que ellos no eran para ellos.
Canciones rosarinas inventan el rock aunque no te guste / Ella sigue bailando /
Y las balas caen / Ciudad de la bandera estúpida y chauvinista /
Ciudad de muertos y de amor / De noches sin días / De despedidas
LDP ayer era metáfora y hoy cobra cuerpo de realidad para mañana volver a ser metáfora y me sorprenden las palabras.
¿Qué es Lejos de Paris? Una película que tiene forma de canción o de canciones. LDP está dividad en tracks -como un disco o album conceptual- que pueden ser escuchados independientemente uno de otros, pero que todos juntos le dan un sentido y tienen un impacto diferente que solo puede ser entendido cuando se sienten frente a la pantalla.
La ciudad me protege de la tristeza, esa que no tiene fin, la ciudad es un inmenso paraguas que no se parece a nada.
Lejos de Paris son pensamientos dispersos y caóticos que estructuran –o al menos lo intentan- un film o una película a la que denomino ensayo porque transita ese límite impreciso del que hablaba antes y que me libera de explicar lo antojadizo que por momentos puede resultar esta propuesta. Y eso es lo que me apasiona, la libertad con la que me pude zambullir en la película, para correr todos los riesgos y a su vez ser consciente que era uno de los pasos más importantes en mi carrera como director, porque más allá del resultado me metía en un terreno desconocido y lleno de peligros, de esos que parecería que somos capaces de correr cuando los años vividos nos permiten reírnos de nosotros mismos y perder el miedo a saltar sin red.