viernes, 27 de febrero de 2009

nuevamente 24

Soy un seguidor de la serie 24 desde su primera temporada. Siempre me pareció muy atractivo el planteo de la puesta en escena, el ritmo narrativo y las vueltas de tuerca de la historia contada en un aparente tiempo real, con pequeñas elipsis dadas a través de los cortes comerciales. Pero de la misma manera que me atrajo también me creó contradicciones en relación a su planteo político-filosófico que siempre se situó en una línea que podríamos llamar de hermandad con la política de intervencionismo de Estados Unidos y de su supuesta lucha "antiterrorista", aunque siempre dejaban un flanco abierto hacia una solapada crítica a partir de las contradicciones de los personajes principales. El duro de Jack Bauer a medida que las temporadas avanzaron comenzó a sentir el peso de su conciencia de una manera mucho más dura transformándose en un personaje condenado, con una serie de matices que resultaban muy atractivos. Ahora está en el aire la séptima temporada. Como siempre el enemigo es externo pero con la colaboración de los cipayos o mercenarios que operan dentro del gobierno. Los malos esta vez no son árabes (como las temporadas anteriores) sino morochos africanos que han implantado una dictadura sangrienta que mata niños y mujeres. El enemigo siempre tiene un color distinto que el de los protagonistas, antes los oscurecidos árabes, ahora los negros del continente negro que paradójicamente tienen una guarida detras de una despensa... coreana.
Y no hay que olvidar que hace dos temporadas atrás a Jack Bauer lo secuestraron los servicios de inteligencia chinos y lo tuvieron encerrado por más de un año. Y una temporada antes que esa se trenzó con narcos mexicanos. El color es algo que evidentemente a los norteamericanos les causa un problema. Si quisiéramos profundizar en este análisis podríamos acercarnos a plantear que hay cierto espíritu nazi que sobrevuela la mente de los guionistas de Fox o tal vez de los televidentes o tal vez del pueblo estadounidense. Pero votaron a un negro como presidente alguien dirá, es cierto, Obama es negro o casi negro, pero podría ser blanco o casi blanco, Obama es solo una pieza más de un mecanismo que permite ciertas grietas en el sistema pero que son reparadas rápidamente. El papel de los Estados Unidos en el universo capitalista está escrito en la esencia de esa nación y mientras sea -justamente- el capitalismo, con todas sus variantes, lo que guíe las llamadas "democracias" occidentales los cambios solo serán cuestión de maquillaje. No es extraño entonces que la serie 24 este año tenga como planteo y conflicto neurálgico la discusión entre agentes del FBI y de los diversos servicios secretos acerca de la necesidad o no de torturar al enemigo que quiere cargarse a miles de estadounidenses. La narración y la actitud diabólica de los "malos" sumada a la postura blanda y salame de los que quieren que las cosas se hagan dentro del marco de lo legal, llevan al público a pensar y a gritarle a Jack Bauer "¡Torturalo! es un negro hijo de puta o es un hijo de puta que trabaja para los negros asesinos africanos o es un traidor a la patria, un mercenario, etc." Hay un dato a tener en cuenta: no hay norteamericanos traidores por ideología sino por dinero o por algún tipo de venganza. Esto nos lleva a que los planteos de confrotación político-ideológocos se dan solo en el marco de una lucha de poderes internacional, lo que por ende sostiene la política del intervencionismo. En esta temporada también se debate acerca de invadir o no un país africano azotado por dictadores. La tortura y la invasión en pos de la democracia, en pos de la paz que solo se puede lograr a través de un país protector del orden mundial. Esto no es nada nuevo, las guerras, las conquistas y las matanzas siempre se hicieron levantando banderas nobles, aunque en el acto de matar e invadir no haya mucha nobleza. Pero lo novedoso tal vez es la manera explícita en que se exhibe esto en 24, sin medias tintas y tomando partido abiertamente por la posición más conservadora y fascista. Si embargo el héroe Jack Bauer sigue siendo el bueno y para quienes seguimos la serie y a sabiendas de las contradicciones que genera, siempre esperamos que el bueno de Jack pueda salir airoso.

viernes, 20 de febrero de 2009

propiedad intelectual

El jueves pasado estuve en Olivos, en la quinta presidencial. Nunca había estado allí. Me invitaron y creí que valía la pena asistir por lo que significaba el acto. Se reglamentó el derecho de Propiedad Intelectual para los directores de cine. Una reivindicación histórica para los directores que no éramos considerados -por ley- autores de nuestras obras, lo que no permitía acceder a los derechos de emisión y exhibición de las películas como sí lo hacen otras entidades como Argentores (guionistas) y SADAIC (compositores musicales) entre otras. En el acto había muchos directores, técnicos, productores, actores y algunos -pocos- políticos.  Lo llamativo es que la mayoría de los directores allí presentes eran de la DAC, la entidad que será la encargada de gestionar los derechos de los directores. No soy de la DAC y Carlos Galettini -su presidente- no es un tipo de mi agrado, sus vaivenes y actitudes políticas no son -para mi- confiables. Pero el hecho de la reglamentación de esta ley es más importante que los hombres que puedan conducir momentáneamente alguna entidad. Lo que me pregunto es si la ausencia de otros directores se debió a una decisión premeditada por parte de esos directores de no concurrir o fue por una decisión premeditada por parte de la DAC que quiso festejar su logro en soledad. Por mi parte fui invitado por el INCAA y Galettini me miró con caras de pocos amigos. Tampoco estaba allí Pino Solanas a quien recuerdo pelear por esa ley en el Congreso cuando era diputado. El héroe de la jornada fue Galettini, a veces la historia es injusta. Pero la iniciativa es buena, lo que resta saber es si se podrá implementar. ¿Por qué? Porque esta reglamentación supone que por cada exhibición, emisión o edición de una película, el director deberá cobrar un porcentaje de dicha explotación. Estas cifras no deberían suponer ni el aumento de una entrada ni de los costos de la publicidad televisiva ni nada que incremente la variable económica de un film. De esto se deduce que ese porcentaje correspondiente a los directores se deducirá de lo que hoy es la ganancia de quien lo exhibe o difunde. ¿Qué hará Canal 13 y su señal Volver que han comprado los derechos de emisión a perpetuidad de gran parte del cine argentino? ¿pagarán o le tendremos que iniciar juicios? Mi película El Asadito se pasa al menos entre 4 o 6 veces por año en Volver. Yo no recibo un peso por cada emisión, sin embargo Volver es un canal que se sostiene económicamente tanto con la publicidad como por los ingresos derivados del pago de los abonados a los cables. ¿Qué pasará con las cadenas de cines que deberán restar un porcentaje a su ganancia? Todavía no he podido conseguir el texto de la reglamentación por lo que no puedo -por ahora- hacer un análisis más profundo. Espero poder hacerlo en breve.

martes, 17 de febrero de 2009

Madrid / Rosario

Fin de viaje

Dos noches en Madrid. No se puede dejar de comer en Madrid. Creo que si viviera en esta ciudad mi anatomía se parecería a la de Alex de la Iglesia. Madrid me sirve para terminar de digerir lo vivido en Berlín, para llegar con la cabeza más cerca de la realidad. Estar en la Berlinale fue vivir durante una semana en el centro del universo cinematográfico. El cine del mundo estaba concentrado allí y yo era partícipe-espectador. Hoy con los pies en Rosario puedo ser sólo un espectador distante de ese universo cinematográfico, salvo que algunas de las redes tiradas por allá nos permitan acercarnos nuevamente y cambiar esa condición. En Madrid los días fueron de plento sol, fríos pero no tanto como Alemania. Al haber recorrido en varias oportunidades la ciudad, en este viaje me interno en la FNAC o en el Corte Inglés para analizar las últimas ediciones en dvd de films que todavía no llegaron a la Argentina. Me compro una caja de Glauber Rocha recién editada por Cameo. Hay otras películas que me interesan pero mi presupuesto no da para más. Seguramente volveré por Europa, pienso, y sino siempre está la mula o el torrent a mano, aunque no es lo mismo. Hay ciertos materiales por los que estoy dispuesto a pagar aunque los pueda conseguir con un click del mouse. El viernes a la noche salimos de bares con Nati y Matías, antes le pegamos una miradita a Días de Mayo en la casa de ellos, ya que en el momento del estreno estarán a miles de kilómetros de distancia. El sábado fue un auténtico día peronista con un plato de paella en la Plaza Mayor y una caminata por La Latina. Matías aprovecha y me hace un reportaje instantáneo para su blog, utilizando mi teléfono como cámara de video. A la noche, antes de partir para Barajas, paso por el rodaje del cortometraje de Fernando Ronchese, un ex alumno de la Escuela de Cine de Rosario que vive en Madrid y que está intentando armar proyectos en España.
El taxi al aeropuerto me sale más caro de lo que pensaba, casi no me quedan euros en el bolsillo. A diferencia de la entrada en España, a la salida, el oficial de migraciones tiene un trato más amable. Me ve con un afiche de la Berlinale en la mano y me pregunta:
- ¿Viene de la Berlinale?
- Sí, -le contesto.
- ¿Está con alguna película?
- Si, soy director.
- ¿Y como se llama su película? – el hombre es muy amable al preguntar.
- Días de Mayo –digo y el flaco me mira y después lo mira a su compañero que está en la otra cabina hasta que habla.
- A mi no me suena –dice.
- Lo que pasa es que todavía no está terminada –le digo para tranquilizarlo ya que veo la cara de preocupación.
- Ahhh –dice como aliviado- todavía le falta promoción –agrega.
- Si.
- A mi el que me gusta en las películas argentinas es este Darío …. –se traba, no se acuerda.
- Grandinetti – agrego pero el tipo me mira un poco desconcertado- el que trabajó con Almodóvar –digo tratando de aclarale la situación, pero el nombre de Almodóvar no es bien recibido.
- No, a mi Almodóvar no –dice- no, yo no soy de Almodóvar, pero ¿cómo se llama? –vuelve a preguntarse- Darío…
- ¡Darín! –le grito.
- ¡Sí ese! –dice eufórico.

Es increíble lo que pasa con Darín ¿por qué será? Nunca voy a terminar de entender eso del “carisma” y como conecta independientemente de cualquier otro valor. Por suerte conseguí un asiento al lado de la puerta de emergencia, por lo tanto pude estirar las piernas y dormir unas cuantas horas en el avión.
Rosario y mi intento de acomodarme al jet lag y mi intento de reflexionar sobre los diez días que pasaron.

viernes, 13 de febrero de 2009

BERLIN / MADRID

Miércoles
Ultimo día de festival para mi. Comprar algunos regalos e intentar ver algo que no pude ver. Anita (Taleb) que me ha criticado mis últimos comentarios en este blog, me recomendó algunas cosas del Museo del Cine de Berlín. Pero cuando llegué la señora muy estricta que estaba en la puerta no me permitió pasar. La puntualidad alemana es rigurosa. Me quedaba conocer la sala del Berlinale Palast, el lugar donde se hacen las premieres de la películas en competencia o que están en la sección oficial. También es donde se inaugura y cierra el Festival. Conseguí una entrada para las 22:30 para ver Notorious, film sobre el rapero BIggie Smalls a quien asesinaron en 1997 en lo que se supone fue una guerra de los llamados gansgtas que se cobró su primera víctima con el rapero (de la costa oeste) Tupac Shankur enfrentado a Smalls (de la costa este). En realidad el tema no me interesaba demasiado pero una buena película puede hacernos interesantes la cosa más anodina que exista sobre la tierra. No es el caso de Notorious, un film chato, previsble, con todos los lugares comunes del biopic melodramático. Creo que no funciona ni como telefilm. A veces no se entiende que hacen ciertas películas en festivales tan importantes y prestigiosos. Por momentos pienso que la programación de esos festivales está cada vez más condicionada por el mercado y las productoras que por un criterio artístico. O mejor dicho: está condicionada por el criterio artístico de quienes diseñan ese mercado, en donde muchas veces participan grandes películas, pero que son afines a esos intereses.
Mi último paseo en Berlin fue en un ómnibus que me llevó de la Potsdamer Platz hasta la estación del Zoo, a unas dos cuadras de mi hotel. Comí un kebab y a esperar el taxi al aeropuerto. El avión sale con un poco de demora por una huelga de bomberos pero antes del mediodía estoy en Madrid en la casa de los amigos Matías y Nati, excelentes anfitriones. Ellos viven a la vuelta de Plaza Mayor, una zona que conozco bastante bien. Aprovecho a caminar y me doy cuenta que todo el mundo habla en español, y si bien esto parece una estupidez, para mi no lo es. Mi oído estaba acostumbrado a escuchar durante todo el día un idioma que era incomprensible. Madrid es una especie de respiro, punto de descanso antes de volver a la Argentina. Madrid siempre me resultó una ciudad muy amigable, quizás la más amigable de Europa. Recorrer los bares empezando por el Museo del Jamón es mi primera tarea.

miércoles, 11 de febrero de 2009

berlin parte 5

miércoles

Cae nieve sobre la ciudad, una nieve que podría llamar leve que se arremolina cerca de la ventana de mi habitación pero que cuando llega a la calle, al asfalto, no deja prácticamente huella.
Ya hace una semana que estoy aquí y ya tengo ganas de estar nuevamente en Rosario. Los afectos tiran y una semana es suficiente tiempo para estar alejado. Ya quedan pocas cosas por hacer en el festival. Una o dos reuniones previstas para hoy como colofón de unos días muy intensos, de recorrer uno de los mercados de cine más grandes del mundo y de poder contactar a las personas que desde Argentina sería casi imposible hacerlo. La Berlinale es una gran puerta, uno puede atravesarla y sacar provecho o quedarse en el marco de la puerta, boquiabierto sin tener posibilidad de accionar. Creo que atravesamos la puerta, pero todavía no sé cuantos pasos hacia delante pudimos dar.

BERLIN PARTE 4

lunes / martes (narrado en tiempo presente)
primer encuentro con el público, 7 minutos de película, 3 de discurso (en inglés), sé lo que tenía que decir pero mi imperfección con el idioma se nota y yo no lo disimulo, pero este es un pequeño detalle, espero, todo lo demás está OK. Cuando se proyectan las imágenes creo ver o sentir una muy buena reacción en el público que está allí. Pero en realidad no lo sé, productores y distribuidores con poco tiempo para ver nada invirtieron una hora en ver 6 fragmentos de 6 películas latinoamericanas. Salimos de la proyección y me encuentro con mi amigo Settimio, que vive hace muchos años en Berlín. El ha sido productor, editor y unas cuantas cosas más gran parte de los films de Fernando Birri. Ahora vive en Berlín con su pequeña hija y su esposa. Quedamos en cenar juntos al día siguiente.
Una cerveza alemana tirada en la casa de las 100 cervezas junto a los dos socios de la producción de Dias de Mayo: Claudio y Sergio (que acaba de llegar). Hace frío. Un rato más tarde estábamos nuevamente en el European Film Market. A las 19 hs ya casi no queda nadie. Alguien dice: “Vamos a lo de los chilenos, hoy tienen su recepción en el Marriot”. Un rato después estamos saliendo hacia el brindis de Chile, pero en el camino nos servimos de una degustación de vinos en el stand del Wine Country Film Festival de California, USA. Un festival de cine y vinos. Queda un solo catálogo y el señor que sirve los vinos nos pide que no lo llevemos.
Quince minutos después estamos en el Hotel Marriot. Los de Chile solo sirven bebidas, y el grupo tiene hambre. Es hora de partir hacia la recepción de la Embajada de México. Tequila, cerveza Corona, Margaritas que salen de una máquina y unos nachos hacen esperar a un catering de bocaditos mexicanos, picantes, empanaditas y algunas cosas más. Las caras se repiten, los que tomaban pisco ahora hacen lo mismo con el tequila. Pero llega el momento de partir nuevamente: La fiesta de Brasil. Unos cuantos taxis para llegar al lugar. Una pantalla circular que rodea el techo está apuntada por 8 proyectores que emiten imágenes de films brasileros y un DJ que da cuenta de que eso es una fiesta aunque no hay mucha gente. Los que tomaban pisco y margaritas ahora toman caipirinha, pero se pude tomar cualquier cosa, sin restricciones, sin pagar. También hay unos bocaditos muy ricos. Cerca de la barra hay un hombre de cara conocida que me saluda. Se trata de Stephen Ashton, el director/fundador del Festival de Cine y Vino de California. El hombre ahora me da el catálogo y su tarjeta.
El cansancio me gana, el lugar cada vez está más abarrotado de gente. La diferencia de temperatura entre afuera y adentro es abismal. Un taxi rumbo al hotel vuelvo a ver –ahora de costado- la estatua dorada de la película de Wenders.

martes

el último día de unos cuantos que parten mañana.
Caminata por una linda y elegante calle cercana al hotel. Lluvia. Café bajo techo.
Metro y Potsdamer Platz nuevamente. El EFM. Alguna reunión, búsqueda de información. Más tarde un sandwich y una coca. Más tarde hacia los cines Cinemaxx. Y la proyección again. Mi discurso es más fluido, sin trabas, pero debo tomar clases de inglés. Me espera Settimio con su hijita. Voy a comer a la casa de él. Settimio es italiano/argentino. Cocina unas pastas muy ricas, acompañadas por un vino español. Su mujer es alemana y su hija habla con él en italiano, con la madre en alemán y entiende un poco de español. Hace mucho que no nos vemos. Nos ponemos al día. Tomamos café y cognac. Cerca de las 11 de la noche vuelvo hacia Potsdamer Platz, el Festival de Karlovy Vary organiza una fiesta o recepción o como le quieran llamar. Lo hace en el primer piso de un complejo de cine. Con Claudio y Sergio intentamos ir pero no nos dejan entrar. Vamos a tomar unas cervezas y de paso aprovechamos para hacer un balance de nuestra estadía en Berlín. La primera impresión es positiva, en el transcurso de los días nos iremos enterando acerca de cuán positiva ha sido. Creo que hay una buena película que la gente va a descubrir.
Sigue lloviendo en Berlín y esta noche el taxi no pasa cerca de la estatua de Wenders. Pero el taxista escucha a todo volumen a Pink Floyd en ese disco que habla de un muro.

lunes, 9 de febrero de 2009

berlin parte 3



Sábado,
Trasnochar con Internet me acomoda los horarios a la Argentina pero me hace cargar con sueño y cansancio durante el día. Un día tranquilo, de paseos, recorridos y reuniones sociales. Aunque en estos casos las reuniones sociales siempre se vinculan con el trabajo.
El edificio del EFM (Eurpean Film Market) está pegado a una parte del Muro de Berlin que se conserva como una especie de museo al aire libre. Cercado por una valla se erige hacia uno de los costados del edificio del Martin Gropius Baus (EFM). Y si seguimos por esa calles encontramos algunos vendedores de recuerdos del Este y casi dos o tres cuadras más adelante está el Checkpoint Charlie, el ex paso fronterizo más famoso entre las dos Alemanias con reproducción de cabina de control incluída. Un monumento a los vencedores de la guerra fría.
Aguas Verdes fue la película que vimos por la noche. Cuando salí del cine me invadieron muchas dudas, pero muy diferentes a las que me surgieron con la película de Lucía ya que como espectador podía dialogar con el Niño Pez, pero no así con Aguas Verdes.
Un restaurante italiano y una larga charla con parte de la delegación argentina para cerrar la noche.

domingo / lunes
Hoy amaneció con sol. Mi resfrío de la última lluvia rosarina empeora por la mañana. En pocas horas presentamos el work in progress, si bien ya estoy aclimatado, lo único que me tensiona es el hecho de tener que hablarle en inglés a una pequeña concurrencia, tengo armado un discurso y unas ideas que puedo acortar si me veo en aprietos. Pero creo que el hecho de mostrarme dubitativo y con un inglés precario puede ser un punto a favor.
Ayer fue un día largo. Hubo muchos contactos con gente a la que puede interesarle Días de Mayo. El trailer de la película los seduce a todos los que lo ven. Un gancho que ojalá se mantenga con el film.
Por la noche tuvimos una larga recorrida que comenzó en la residencia del embajador argentino en Alemania y siguió en las fiestas de la productora MK2 y en la de la película Gigante (film argentino-uruguayo en la competencia oficial). La de MK2 era en un lugar que podría ser equivalente al Berlín rosarino y la de Gigante al Parque España de Rosario, y la gente de cada fiesta también era análoga a esos mismos espacios de nuestra city.
Ya cansado, con mucho frío y en un taxi comandado por un turco (casi todos los taxis los manejan extranjeros) atravieso la ciudad desierta y parece imponente. Como si fuera por Libertador en Buenos Aires pero dos veces más ancha. Un inmenso cartel de L’Oreal (sponsor del festival) atraviesa esa giganetsca avenida pero me llama la atención la estatua dorada que está enclavada en una especie de rotonda. La identifico enseguida. Es una de las imágenes recurrentes de Las alas del deseo, la película de Wim Wenders. En el taxi la calefacción es perfecta y por momentos creo que me está llevando para cualquier lado, pero rápidamente distingo las luces del hotel y pienso que no todos los taxistas del mundo están cortados por la misma tijera.

sábado, 7 de febrero de 2009

berlin parte 2




jueves
El desayuno del hotel está muy bien. Como detalle interesante: 12 variedades de te y salmón rosado.
Son 5 estaciones de metro/tren hasta Postdamer Platz, el centro del Festival. Una zona del Berlín más moderno, un tanto oficinístico y enorme como todas las cosas que hacen los alemanes, parece que tuvieran una tendencia a que su arquitectura y sus espacios urbanos tengan grandes dimensiones. El Festival se instala en una especie de Puerto Madero alemán, en donde la zona que antiguamente era el Este Berlinés o la DDR. Ya no quedan rastros del muro, solo un par de flacos disfrazados de soldados de la Alemania Oriental ofreciendo sellar en los pasaportes el visado de para atravesar la “cortina de hierro” Las oficinas del European Film Market ocupan una mansión o algo más que una mansión, como si fuera el edifico de la Plaza Cívica de Rosario destinado exclusivamente a una sección del festival. Acreditación, bolso, algunos catálogos. Mi inglés mejora ostensiblemente o los alemanes tomaron el mismo curso que yo. Argentina comparte el stand con México. Allí están María Nuñez, Delfina Peña y el jefe del stand: Bernardo Bergeret a quien desde que lo conozco nunca lo ví tomar un respiro en su laburo (algo poco común para un funcionario), Guido Rud (particular personaje de la distribución local) y Hernán Guerschuny y Pablo Udenio, los chicos de Haciendo Cine, responsables de que yo esté aen esta ciudad.
Las horas pasan y no pasa nada. Compramos teléfonos celulares por 20 euros con 5 euros de carga. Todos los argentinos tenemos el mismo Nokia. Después Internet como pasatiempo de varios de los que estamos allí. Cerca de la media tarde descubro que no he almorzado, me dediqué un largo rato a subir a la web el trailer de Días de Mayo (ahora está en youtube y en facebook). Hay un restaurante filipino a la vuelta del EFM. Me tomo una sopa vietnamita de pollo.
A las 19 horas se va desalojando el EFM. Con un grupo (argentinos, mexicanos, colombianos y chinos) nos vamos a comer cerca del Berlinale Palast. A unas cuadras están Clive Owen y Noami Watts, pero no nos importan. Un postre en Mac Donalds y de regreso al metro. Llegamos al hotel y veo una persona conectada a Internet con una notebook, intento conectarme con mi máquina pero me pide password, se lo solicito al conserje pero me responde -en ese inglés en el que nos entendemos tan bien- que no me lo puede dar. Le explico que en la info turística del hotel dice que deberían darme el servicio de wi fi, pero no hay caso. Parto con mi notebook y camino una cuadra y media y me topo con el cine Delphi, y al lado y formando parte de la misma construcción: el bar Cuasimodo, con wi fi gratis para los clientes que quieran utilizarlo. A mi me interesa poder probar el Skype, pero hasta ahora solo he podido a medias. Me comunico con Anju y el Skype funciona pero la camarita (lo esencial) parece que tiene un problema. Me tomo un capuchino y un Jim Bean y camino al hotel a dormir.

viernes
Por la mañana otro de los conserjes me permitió conectar la notebook a la red del hotel. Ahora siendo las 3 AM, estoy en el lobby del Astoria frente a mi pequeño monitor de 12 pulgadas. Hoy almorcé la auténtica salchicha alemana con chucrut y hoy también fue la presentación del Niño Pez, la nueva película de Lucía Puenzo. Toda la delegación argentina estuvo allí presente. Estuvimos. Ya están por acá Liliana Mazure (Presidenta del INCAA) Pascual Condito, distribuidor y personaje necesario del cine argentino. Previamente hubo un cóctel en un bar muy clásico y europeo. La medida justa para la película. Se proyecto en el Zoo Palast, un cine muy grande que era antiguamente la sede del festival. El Niño Pez es de esas películas que necesitan lo que llamo digestión fílmica, algo que me sucede a menudo y que me gusta sentirlo. Procesar un film de a poco significa que hay algo en esa película que todavía hay que terminar de digerir. Creo que es más arriesgada narrativamente que XXY, pero a su vez aborda una temática que ya ha transitado cierto cine reciente, con links que podrían acercarla a Martel, Trapero o Albertina Carri, pero sólo en lo temático. Lo que más me sorprendió de la película fueron dos de las actuaciones: Mariela Vitale o Emme, y la aparición de Arnaldo André en un personaje que me hubiera gustado ver más tiempo en pantalla. Lo importante –creo- es que hay elementos, señales y elecciones en la puesta en escena que vinculan a Un Niño Pez con XXY y eso habla de la existencia de un autor y de una mirada personal, algo que siempre es bueno saludar y que se debe respetar.
Luego de la película nos ofrecieron ir a una fiesta Queer pero la mayoría optó por el descanso.

jueves, 5 de febrero de 2009

rumbo a BERLIN

Un poco menos de cuatro horas para llegar hasta Ezeiza. En el ticket decía breakfast y lunch. En ningún momento aparecía la palabra dinner o cena. Por lo que intuimos que podíamos quedarnos sin comer en el viaje. Un sandwich de milanesa para mi y un tostado napolitano para mi socio Claudio.
Por suerte en el Airbus de Iberia la palabra lunch era análoga a cena. Pollo o pasta preguntaba la azafata. Cada vez que surge esa pregunta en un vuelo recuerdo aquella película –Aeropuerto 77 creo- en donde los que habían comido pollo (¿o carne?) se descomponían –incluído el piloto obviamente- y comenzaba uno de aquellos films denominados “catástrofe¨. Dije pollo y crucé los dedos. No hubo problemas. El viaje transcurrió sin mayores complicaciones y sin turbulencias.
Ahora en Barajas en un bar escribiendo estas palabras, esperando las cuatro horas que restan para subir al próximo avión que nos deposite en Berlín. Los controles y la cara de pocos amigos de los guardias españoles es mayor que en otros viajes. Me revisaron el equipaje de mano hasta el último detalle, hasta pasaron las postales (sueltas y de a una) por el aparato de rayos X. Son fotos en blanco y negro y el dorso es mayoritariamente blanco. ¿Habrán pensado que están fabricadas con alguna sustancia prohibida? Me miro al espejo del baño y creo no tener aspecto de terrorista islámico ni de miembro de la ETA, pero el tipo que examina mi pasaporte me pregunta si ya estuve en Europa en otras oportunidades. Sí contesto (es mi noveno o décimo viaje pienso). ¿Trajo su pasaporte anterior? Pregunta. No, le respondo que el que tiene en sus manos es nuevo, lo acabo de renovar. Pero el tipo insiste y me vuelve a preguntar por el viejo pasaporte, le vuelvo a responder que no lo tengo y me deja pasar. ¿Debería haber traído un documento inservible?
Intentamos conectarnos vía wi fi en el aeropuerto, pero algo no funciona. El vuelo se retrasa media hora. Sale 19:40. Hasta cerca de la medianoche no pisaremos suelo berlinés.


Hay muchas notebooks en el bar del aeropuerto. Algo que no me extraña tanto como la proliferación mundial de blackberrys. El viajero de esta parte del siglo veintiuno debe tener su notebook (cada vez más pequeña) y su blackberry. Mi Powerbook debe tener cerca de cuatro años, pero todavía funciona después de haber sobrevivido a caídas y maltratos varios.
El viaje de Madrid a Berlín dura dos horas y media, en el ticket anuncian lunch, pero en el avión nos avisan que lo que se consuma habrá que abonarlo. Entonces: no hay consumición en este trayecto. Las valijas que habíamos despachado en Buenos Aires, para mi sorpresa, aparecen rápidamente en la cinta transportadora.
El hotel Astoria, si bien comparten parte del nombre, no se asemeja al Waldorf Astoria de New York, aunque sí es una versión más moderna del Hotel Waldorf de Buenos Aires regenteado por españoles, donde paraba con mi padre de chico.
El Astoria de Berlín es un pequeño y antiguo hotel remodelado o modernizado. El conserje, un alemán rubio de pelo cortado al ras y tres aritos en su oreja izquierda habla inglés tan bien como yo, lo que es una ventaja y a su vez un problema. Nos entendemos pero muy limitadamente.
Son las 11 pm de Alemania, salimos con Claudio a buscar un lugar a donde comer. Kebab en la calle. Hace frío dos grados. En la habitación no funciona el wi fi. Según el conserje solo funciona en el lobby. Quiero comunicarme con mi casa en Rosario, así que bajo con mi notebook y mi celular con wi fi. Por alguno de los dos medios debería comunicarme. Por otra parte instalé una batería de herramientas para poder hablar por teléfono vía Internet y estoy ansioso por hacerlo. Pero en el lobby tampoco se conecta Internet. El conserje, con el cual a esta altura ya conversamos fluidamente me ofrece una notebook del hotel para poder conectarme. Le pregunto si tiene un password, así lo hago directamente desde la mía, pero no sabe y no contesta. O mejor dicho contesta que no sabe y me da una explicación en donde logro entender que la notebook es el servidor de la red que en unos días podremos usar desde el hotel y desde la misma habitación. Pero en unos días me voy pienso pero no se lo digo.
Así que con la notebook del hotel logro contactarme con Anju en Rosario.
Llegué.