Hace un año escribía en este blog sobre los festejos de carnaval, aquí, en Rosario, a pocas cuadras de mi casa. Había llevado a mi hijo, como lo hice anoche, a presenciar una vez más esa fiesta popular y pagana que siempre tiene olor a pasado. El festejo de anoche podría denominarse un carnaval "vintage", agua de lavanda en pequeños pomitos para mojarse, papel picado, caretas y antifaces. Un carnaval para las familias y para los nostálgicos, el carnaval siempre es nostalgia. Por eso el año pasado tocaron Los Náufragos y Donald y este año fue el turno de Industria Nacional y Roque Narvaja. Y siempre como teloneros: Homero y los Alegres, que como banda local le da el toque contemporáneo a la fiesta.
El niño se quiso poner el traje de Superman para participar del concurso de disfraces y poco después quedó dormido en mis brazos. Ya era el momento de irme, pero quise saber si mi cuerpo podía resistir el peso de un chico de cuatro años dormido durante un par de horas y así poder ver en vivo a Roque Narvaja. ¿Hay algo de particular en escucharlo? ¿en qué podría modificarme ese recital compuesto por temas que en su mayoría tienen más de treinta años? El recital de Narvaja daba justo en la tecla, en esa esencia "old fashioned" que de repente adquiere ribetes de modernidad derrumbando el costado kitsch para comprobar que el pop melódico con raíces en el rock puede tener un dejo poético del que carecen los descendientes de esa corriente histórica. Ni una palabra, Santa Lucía o Yo quería ser mayor, sonaban en la radio en 1981, cuando yo estaba en la secundaria. Durante aquellos años empecé a ir a recitales, los lugares no eran los estadios sino pequeños clubes de barrio en donde los músicos tocaban para públicos reducidos. Recuerdo dos recitales de1981 en el Club Unión y Progreso: Vox Dei y unos meses después Roque Narvaja. Las diferencias entre Vox Dei y Roque Narvaja creo que saltan a la vista, pero era lo que había. Un tiempo después Serú Giran en La Comedia o el retorno fugaz de Almendra. Anoche algunos quisimos estar en ese lugar solo para corroborar lo que había quedado de ese trozo de historia perdido en el tiempo. Otros, los que se encontraban por primera vez con ese tipo, se sorprendían porque el autor de Menta y Limon era el mismo de El extraño del pelo largo, lo miraban socarronamente, como riéndose de ese hombre que estaba a medio camino entre un rocker demodé y una especie de Sergio Denis darkie. Para algunos quizás podía ser un tanto bizarro y para otros -o para mi- el ejemplo de que el artista siempre tiene que hacer lo que mejor sabe y que no debe renunciar a su esencia. Roque Narvaja se subió al escenario a cantar canciones que muchos sabemos porque era Carnaval, seguramente las canciones de Octubre, mes de cambios o de Primavera para un valle de lágrimas (algunos de los discos por los cuales se tuvo que exiliar en España durante la dictadura) no eran apropiadas para cantar entre pomos y papel picado. La noche tenía que terminar con El extraño de pelo largo y La reina de la canción, y así fue. A las tres de la mañana volví a tomarme un taxi, como hace un año, con el niño a cuestas y dormido. Y pensé. Y recordé que escuchábamos esas canciones en reuniones o fiestas, escuchábamos esas canciones cuando empezábamos a enamorarnos o creíamos que eso era amor. Y anoche el tiempo volvió hacia atrás y luego hacia adelante, y me sentí aquél púber que sabía que una canción romántica no podía cambiar el mundo pero si podía cambiar a uno o a los dos, esos dos adolescentes que se miraban buscando la excusa en esa canción. Y vuelvo a buscar hoy esa mirada y esa sensación y trato de encontrar la canción que de las marcas de este tiempo.
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jueves, 23 de febrero de 2012
miércoles, 1 de febrero de 2012
LEJOS DE PARIS II
Los Hoteles. Una ciudad se puede conocer
por los hoteles y las ciudades entre sí también se conocen por los hoteles. Las
películas nos hablan de los hoteles y las ciudades y nosotros creemos que es así.
Que la ventana del hotel de Manhattan puede mirar hacia una calle del centro
rosarino. Porque una ventana es un televisor de 32 o 42 pulgadas de alta
definición que solo hace falta traspasarlo para entender el mundo. Un televisor
y yo. Yo frente a ese televisor que nos dejó solos, ese televisor que se
multiplica en pantallas, en notebooks, en celulares, en ipods, ipads y aparatos que se transforman en adicción y
que utilizo para registrar todas y cada una de estas palabras o todas y cada
una de los futuros planos de la futura película. Rodeado de dispositivos para
que la ciudad no se me escape, rodeado de dispositivos pero ella se escapa,
ella se escapó y se seguirá escapando, solo porque ella ya no es ella, porque
ella es las tetas de la ciudad y la mujer del impermeable o piloto, porque ella
es la que dormía con la espalda dibujada en otra pantalla, porque ella es el
personaje que muta de rostro y de cuerpo de manera permanente, porque ella vive
y muere en el recuerdo de un viaje lejano, en Chicago, en Moscú en la Habana o
en Río de Janeiro con los pies sobre Ipanema una noche blanca, o con la luz de
la costa rosarina y los ojos
encandilados por el sol mientras la gente sigue bailando y solo quedan en el
cuerpo los restos de la metanfetamina en una fiesta en la ciudad de Barcelona de la que solo me queda el recuerdo del
video.
Me asomo a la ventana y la calle se
ilumina de otra manera, porque el Hotel es otro o es el mismo y la ventana
diferente, y yo tal vez sea otro, otro el que se asoma, el que mira o la mirada
se haya modificado y la lluvia ya no moja y el piloto está tirado en el piso, y
ella ahora es la actriz que me hace creer que todo lo que escribo puede ser
verdad, que puedo ser el James Bond de la película Casino Royale, la de los 60, con Woody Allen como el malo y
la música de Burt Bacharat y que si voy corriendo con esa actriz de la mano por
la noche rosarina desde una alcantarilla saldrá la voz de Tom Jones cantando
¿Qué pasa Pussycat? Y que cuando me
siente con ella para mirar el río nos encontraremos con Raymond Carver que me
preguntará si en el Paraná hay salmones. Yo le diré que no y el me leerá un
poema que acaba de escribir mirando ese gigantesco río que le recuerda un día
de pesca en los grandes lagos, como el Michigan, y la chica sigue hablando
desde el call center explicando desde Rosario en un perfecto inglés, como se
enciende la nueva computadora que acaba de comprar ese hombre en Chicago a
orillas del lago Michigan. Y es el norte y es el sur y las contradicciones y es
la ciudad que se mete por las venas, con esa historia dura y agresiva, con sus
muertos y sus explosiones, con su rock en castellano, con los cines de matiné con
tres películas de esas que ya no se ven, en donde Robert Redford y Barbra Streisand vivían un amor que
no podía ser. Esa película que ella vio en un VHS y no entendió por qué me
gustaba tanto, me gustaba por la canción The Way We Were y por ese final en el
Central Park cuando ellos se despiden sabiendo que su amor era imposible. Me
gusta esa película y no tengo que saber por qué, como tampoco sé por qué me causa
placer escuchar a Caren Carpenter cantar
Rainy days and Mondays. Quizás porque me
lleve a los 70 y mi salida de la escuela por Boulevard Oroño y una larga
caminata de adolescentes hasta el Parque Independencia para después sentarnos
todos en una heladería de Av Pellegrini y mirarnos y no decirnos nada, porque
la vergüenza de ayer era más prejuiciosa que la de hoy o tal vez más romántica
y unas noches más tarde en un balcón de esa misma avenida, los dos mirábamos a
los autos desde el noveno piso mientras el resto esperaba/espiaba por el beso que nunca llegó. Y después bailamos una catarata de lentos: James
Taylor (Handyman), David Gates (Goodbye Girl), Peter Frampton (Baby, I love your way) , Eagles (Hotel California) y la infaltable Just the
way you are por Billy Joel o la versión más melosa de Barry White.
Y en las madrugadas de los 70, también caminábamos
las calles, como si nada pasara, como si respirar fuera fácil, como si la
inconsciencia adolescente pudiera invadir la realidad de esta ciudad o de este
país, como aquella noche de 1979, en Santa Fe y España, cuando un señor de civil pero con el arma más
grande que yo recuerde jamás nos apuntó a la cabeza durante largos minutos
amenazándonos con una muerte segura o quizás algo peor. Quizás fue piedad o entender
que con 14 o 15 años éramos ignorantes de todo o de mucho.
La ciudad me narra, me conoce mejor que
nadie, la ciudad marca los trazos, las rutas de la vida, aunque esas rutas a
veces no estén dentro de la ciudad, Como
si viajar fuera volver, como si irse fuera regresar. Como un inmenso tatuaje
que me recubre el cuerpo, un mapa que me conduce a la profundidad de un espacio,
de algo que llamamos ciudad, pero que son esas dos inmensas y bellas y feas
tetas que me persiguen y a las que persigo. Y esa ciudad que se esconde y que
no está a la vista es como ella que aparece y desaparece y que busco pero
cuando la encuentro ya no es la misma y que se vuelve a perder para volver a
cambiar.
miércoles, 18 de enero de 2012
LEJOS DE PARIS 2
Cualquier excusa es buena
Camino por Rosario hacia la búsqueda permanente de lo efímero porque en lo efímero encontramos el instante de gracia, la iluminación de la vida y la esencia de la ciudad, ese detalle que nos habla de todo.
No hay sorpresas y te busco, es difícil llegar al lugar del encuentro.
Es probable que ese momento nunca llegue.
Fui y compré el mismo disco que compré en la secundaria en una galería.
Una estupidez, mi tocadiscos ya no funciona. Como si quisiera escapar hacia atrás, buscando el futuro en el pasado.
Como si volver a escuchar a James Taylor me devolviera la inocencia y la credulidad. Llueve y ella entra con su impermeable… ¿impermeable? No impermeable no… piloto, ella entra con su piloto muy “Borgart”. Rosario es muy “Bogart”. Recordar las mujeres saliendo o escapando de la lluvia es pensar en el cine.
viernes, 13 de enero de 2012
LEJOS DE PARIS 1
1
Cuando pienso en Rosario, pienso en tetas. La ciudad es un par de tetas, hermosas tetas. También podría pensar en otra parte del cuerpo, pero me quedo con las tetas: grandes, pequeñas, caídas, artificiales, pero tetas al fin. Nada más femenino que las tetas. Esta ciudad es una mujer, de las que hacen sentir su presencia a quienes como meros espectadores la miramos embelesados, con amor y odio.
2
Estoy sentado a la espera que una idea caiga sobre la pantalla o el teclado virtual, mientras tanto juego al FIFA 2012 y al Real fútbol 2012 también. Los partidos duran entre 5 y 8 minutos. Debo jugar entre 5 y 8 partidos por día, por lo que durante una gran cantidad de minutos diarios me veo enfrascado en la manera en que Xavi, Villa o Messi harán la jugada que defina el gol, porque aclaro que mi equipo es el Barcelona.
Cuando pienso en Rosario, pienso en tetas. La ciudad es un par de tetas, hermosas tetas. También podría pensar en otra parte del cuerpo, pero me quedo con las tetas: grandes, pequeñas, caídas, artificiales, pero tetas al fin. Nada más femenino que las tetas. Esta ciudad es una mujer, de las que hacen sentir su presencia a quienes como meros espectadores la miramos embelesados, con amor y odio.
2
Estoy sentado a la espera que una idea caiga sobre la pantalla o el teclado virtual, mientras tanto juego al FIFA 2012 y al Real fútbol 2012 también. Los partidos duran entre 5 y 8 minutos. Debo jugar entre 5 y 8 partidos por día, por lo que durante una gran cantidad de minutos diarios me veo enfrascado en la manera en que Xavi, Villa o Messi harán la jugada que defina el gol, porque aclaro que mi equipo es el Barcelona.
3
Hay muchos extranjeros en Rosario, antes los únicos visitantes del exterior eran los marineros que bajaban de los barcos para ir a uno de los tantos puticlubs de la zona del bajo. Ahora hay holandeses, canadienses, brasileños, alemanes. Y hostels, muchos hostels. Una casa, encerrado entre cuatro computadoras, un camino hacia la
ciudad. Ella ya no está. El mejor lugar del mundo. Las tetas. La soledad. Buenos Aires no es
Rosario, Rosario no es Madrid. No es La Habana, no es Montevideo.
Hay muchos extranjeros en Rosario, antes los únicos visitantes del exterior eran los marineros que bajaban de los barcos para ir a uno de los tantos puticlubs de la zona del bajo. Ahora hay holandeses, canadienses, brasileños, alemanes. Y hostels, muchos hostels.
4
Rosario es un viaje en tren desde Buenos Aires, un día en que una piedra que alguien tira
desde el costado de las vías
pega en mi cabeza, yo viajo con mi madre y mi hermana. Algunos dicen que es una bala, hay sangre pero no parece grave, el tren no para. Estamos casi en San Nicolás a poco minutos de Rosario, yo leo un libro de
Peter Pan. El día anterior nevó en Rosario, pero cuando
llegamos la nieve se había terminado. 1974.
5
Montevideo es Rosario. 2001, Jorge Drexler cantando gratis
en la Sala Lavarden, antes de la publicidad de Knorr. 1990, Yo disfrazado de angel en una película de un amigo en Montevideo. El
buquebus que nos lleva a un país que se parece demasiado a mi ciudad. 2006 Una actriz
uruguaya en una película
rosarina. Vuelvo a Uruguay, vuelvo
Montevideo que se parece a La Habana y La Habana es como Rosario, pero tan distinta.
6
Flashback. Rubgy,
Plaza Jewell, Atlético del Rosario, bailes en el club: Earth,
Wind and Fire, Supertramp, Genesis, Kool and the Gang y Donna Sumer, una mezcla
sin desperdicio. Un beso en Avenida Pellegrini. Una razzia a las 5 de
la mañana. El ejército es la ciudad.
7
Ella recorre un largo trecho hasta llegar al bar donde trabaja: seis
canciones desde que sale de su casa. Seis canciones en su ipod, en su
reproductor de música. Seis
canciones: Paulina Rubio, Alejandro Sanz, Coti Sorokin, Jorge Drexler y dos
canciones de Abel Pintos. Camina lento y camina rápido. Cuando llega al bar lo hace cantando.
viernes, 23 de octubre de 2009
pequeño viaje
Ell avión volvía de Salta hacia Buenos Aires a las 20 hs, pero comenzamos a carretear en la pista cerca de las 20:30hs, hay días que soy más temeroso que otros al momento de subirme a un avión, no sé por qué pero a veces la tranquilidad me invade y me quedo dormido antes del despègue, una especie de relajación inconsciente que hace que me despierte ya sobre las nubes, y en otros momentos estoy alerta a cualquier ruido o movimiento extraño que tenga el avión. El martes por la noche no estaba ni relajado pero tampoco intranquilo, salvo un pequeño desacelere que hizo antes de tomar velocidad, no noté nada extraño, tampoco sé si ese desacelere tuvo que ver con lo que sucedió después ¿qué sucedió? no pasaron 15 minutos de estar en el aire cuando nos informaron que por una falla debíamos volver a Salta.
Luego de tres horas de espera en el aeropuerto y con la amabilidad de Austral que no se dignó a servirnos ni un café a la hora de la cena, volvimos a subir al mismo avión supuestamente arreglado.
El avión era de esos de principio de los 80 y que según un piloto que subió como pasajero detrás mío son de los que tienen que dar de baja cuando lleguen los aparatos nuevos. Lo pude comprobar era como viajar en un ómnibus doble camello, esos que ni baño tenían.
A las dos de la mañana estaba en Buenos Aires y a las 6:30 hs llegué a Rosario.
Por suerte en Salta me trataron muy bien y me volví a encontrar con viejos conocidos, como el caso de mi amigo Rolando Pardo, director de cine y un personaje muy particular. Es de esos que me he hecho amigo pero no sé cuando, lo conozco desde hace veinte años y el destino o nuestro laburo nos ha hecho encontrar en lugares tan diversos como Buenos Aires, Madrid, La Habana y ahora Salta. Y entre cada encuentro pasaron años pero son esos tipos que siempre parece que los viste ayer. Hicimos nuestro primer largo casi en la misma época y compartimos algunos amigos-colegas. Su película La Redada, es uno de los aportes más originales que hizo el cine en su lectura sobre la dictadura militar y particularmente sobre el gobierno de Bussi, con una carga de humor que por lo general siempre ha sido ajena a ese tipo de films.
En breve pasaremos en Arteón Cantando bajo la tierra, un documental que hizo Rolando sobre los músicos que tocan en el metro de Madrid.
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domingo, 18 de octubre de 2009
películas y viajes y retro
Just the way you are
Don't go changing, to try and please me
You never let me down before
Don't imagine you're too familiar
And I don't see you anymore
I wouldn't leave you in times of trouble
We never could have come this far
I took the good times, I'll take the bad times
I'll take you just the way you are
Don't go trying some new fashion
Don't change the color of your hair
You always have my unspoken passion
Although I might not seem to care
I don't want clever conversation
I never want to work that hard
I just want someone that I can talk to
I want you just the way you are.
I need to know that you will always be
The same old someone that I knew
What will it take 'till you believe in me
The way that I believe in you.
I said I love you, and that's forever
And this I promise from the heart
I could not love you any better
I love you just the way you are.
You never let me down before
Don't imagine you're too familiar
And I don't see you anymore
I wouldn't leave you in times of trouble
We never could have come this far
I took the good times, I'll take the bad times
I'll take you just the way you are
Don't go trying some new fashion
Don't change the color of your hair
You always have my unspoken passion
Although I might not seem to care
I don't want clever conversation
I never want to work that hard
I just want someone that I can talk to
I want you just the way you are.
I need to know that you will always be
The same old someone that I knew
What will it take 'till you believe in me
The way that I believe in you.
I said I love you, and that's forever
And this I promise from the heart
I could not love you any better
I love you just the way you are.
Hoy un amigo (John Marqui) colgó en facebook una foto en la que estamos en nuestra fiesta de graduación, algo que sucedió hace apenas 28 años. La foto permanece ahí, inalterable por la digitalización, inalterable como la voz de Billy Joel grabada hace más de treinta años y que los pibes de la foto están escuchando en esa fiesta.
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viernes, 9 de octubre de 2009
On the road



Por la tarde me tiré en la habitación del hotel y me quedé mirando un canal de videoclips (¿Much Music? ¿existe todavia Much Music?). Pasaban los número uno de diversos años. Pero me llamó la atención uno de David Bowie: Thursdays Child
El video es aparentemente muy sencillo: Bowie está frente al espejo de su baño, en donde se mezcla el sonido ambiente con la canción. Los planos, fijos y con muy poca variación en los encuadres nos muestran al Duque mirándose en su reflejo y observando también a quien oficia de su pareja, una mujer bella, cercana a los 40 que guarda sus lentes de contacto mientras en el l espejo se los ve a los dos pero con veinte años menos. De repente la juventud perdida se materializa y el rostro ajado (pero joven) de Bowie besa a la mujer veinte años menor como si en ese gesto pudiera recuperar los años y rejuvenecer a la pareja. Pero en el espejo vuelve a estar el hoy y el irreversible paso del tiempo. Bowie tenía 52 años en el momento de ese video que ya tiene una década. Desde la cama lo miraba y me acordaba que en 1989, diez años antes de ese video y hace ya veinte años lo vi en el Estadio de River. En ese momento Bowie era más joven que yo (hoy) y yo (hoy) soy más viejo que aquél Bowie. Ahora entro a Youtube y busco Thursdays Child, lo vuelvo a ver y me veo reflejado en ese espejo.
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miércoles, 5 de agosto de 2009
DJ / recuerdos del pasado V
fines de los 70, yo tenía un par de bandejas y una consola para mezclar una con la otra, un amplificador Sansei y un par de bafles, también tenía una cassettera Ken Brown. Una sola vez me contrataron y creo que fue un fiasco, mientras tanto ponía música en las fiestas de los amigos.
Todavía guardo algunos vinilos y una rareza, un disco de Prince, uno de los primeros, lo compré en 1980 y todavía hoy no recuerdo como llegué a Prince a los 17 años hace casi 30 años atrás. El disco se llama Dirty Mind y no fue fácil escucharlo en aquél momento y menos sencillo convencerlos a mis amigos que era apto para una fiesta. Tardé casi una década en volver a encontrarme con Prince, pero ya en formato CD y con un sonido quizás más digerible que el de aquél disco.
Pero desde que he vuelto a tener un winco cada lo vuelvo a escuchar. Es un placer.
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recuerdos
jueves, 23 de julio de 2009
1989
El pibe caminaba con la chica de la mano por el malecón.
Malecón: Murallón o terraplén que se hace para defenderse de las aguas.Paseo que corre paralelo a la orilla del mar o de un río.
En La Habana el malecón bordea toda la ciudad.
Ella, dramaturga, escritora, recién recibida. Él, a punto de hacer su primera película. Le puso el nombre de ella a la protagonista. El nombre de ella era muy cinematográfico y cada tanto lo volvió a usar para personajes femeninos.
Fue un romance de estación, pero con la marca de esos que no se olvidan. Con la promesa de encontrarse como dos viejos artistas reconocidos veinte años después, caminando por esa misma costanera recordando los viejos buenos tiempos. Imaginar la vida como una película. Error. Para eso están las películas, para vivir lo que en la vida no se puede concretar. Pasaron veinte años o casi y él siempre pensó que en algún momento de sus vidas se volverían a cruzar para comentar y recordad aquel famoso verano. Quiso averiguar un mail pero nunca puso demasiado empeño ¿para qué? pensaba, el destino nos pondrá frente a frente. Y fue así cuando aquél pibe, hoy un señor adulto, se encontró con el nombre de aquella chica en internet. Era tarde para lágrimas, había muerto.
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viernes, 17 de julio de 2009
anotaciones de hoy
La NASA perdió los videos que grabaron los muchachos de la Apolo 11 cuando llegaron a la Luna, dicen que están tratando de recuperarlos, pero parece que los borraron para copiar otra cosa arriba.
Música pop internacional. Muchas voces femeninas: Cat Power, Norah Jones, Rigmor Gustafsson, Regina Spektor (foto) y Rebekka Bakken.
Ahora escucho Far de Spektor, la chica rusa que emigró a occidente con la Perestroika y quizás la menos linda del grupo nombrado arriba.
Recomiendo Rebekka Bakken (muy bella), una noruega con aires de Joni Mitchell, descubrimiento que le agradezco a Iván Tarabelli.
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miércoles, 15 de julio de 2009
1982 / anotaciones del pasado III / primer encuentro con el cine
En ese Taller de Cine había caras que nunca había visto en mi vida. Yo había terminado la secundaria hacía unos meses y mi mundo era bastante diferente al que acababa de entrar. El primer día fue de presentaciones. Raúl Bertone el director del Taller y Carlos Coca, el docente que ya había egresado y que cursaba el último año de medicina o recién se había recibido. Cada uno dijo por qué estaba ahí y lo que le gustaría hacer. Luego de la clase y al haber confesado nuestras ideas automáticamente se armaron los grupos. Esa noche conocí a José Animendi y por primera vez escuché de manera directa, sin intermediarios y en persona un relato de la represión y la dictadura. Ese relato y esa noche creo que modificaron mi vida para siempre. Esa charla duró hasta la madrugada en una mesa que compartí (aparte de José) con Héctor Molina y Gerardo Martínez Lo Re a quienes acababa de conocer.
Volví en el 4, el colectivo que me llevaba al lejano oeste, donde vivía en aquél entonces y en ese viaje que duraba cerca de 40 minutos me imaginé todas las películas posibles. Estaba feliz, había encontrado un sentido a mi vida. A la mañana siguiente mi vieja me despertó con la noticia: Invadimos Malvinas.
Volví en el 4, el colectivo que me llevaba al lejano oeste, donde vivía en aquél entonces y en ese viaje que duraba cerca de 40 minutos me imaginé todas las películas posibles. Estaba feliz, había encontrado un sentido a mi vida. A la mañana siguiente mi vieja me despertó con la noticia: Invadimos Malvinas.
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lunes, 13 de julio de 2009
anotaciones del pasado II
1983
Primer año de la facultad, segundo año del taller de cine. Ultimo año de la dictadura. Serrat en Argentina luego de 7 u 8 años. Serrat en Rosario en la cancha de Central. En esa época el cesped no se habilitaba para el público, alli solo estaban los reporteros gráficos. Con Héctor Molina queríamos hacer un documental sobre el regreso de JMS a esta parte del mundo. Lo seguimos desde el aeropuerto y logramos dar con el productor que lo traía y por alguna razón le caimos bien su manager o representante. Esa noche de invierno entré al campo con una cámara Súper 8, con licencia para filmar todo el recital, mientras los canales de TV solo lo podían hacer con un par de temas. Héctor entró con una cámara de fotos y otra filmadora sin rollo ya que no teníamos mucha película. Pero lo importante para nosotros, con 19 y 20 años, era estar ahí, a metros de ese tipo que se había transformado en una especie de héroe. Tiempo después comapaginamos ese corto que entre nosotros llamamos Serrat en Rosario y que debe estar guardado en un estante de mi escritorio. Ese mismo año, ya por una cuestión deportiva hicimos lo mismo con otras celebridades que llegaban después de años de prohibición: El recital de Silvio y Pablo, del que creo que solo sacamos fotos y que en esa vorágine por convertirnos en reporteros de la incipiente democracia llegamos a estar (y no recuerdo por qué) sacándole fotos a Silvio junto al Negro Fontanarrosa en la habitación de un hotel.
Primer año de la facultad, segundo año del taller de cine. Ultimo año de la dictadura. Serrat en Argentina luego de 7 u 8 años. Serrat en Rosario en la cancha de Central. En esa época el cesped no se habilitaba para el público, alli solo estaban los reporteros gráficos. Con Héctor Molina queríamos hacer un documental sobre el regreso de JMS a esta parte del mundo. Lo seguimos desde el aeropuerto y logramos dar con el productor que lo traía y por alguna razón le caimos bien su manager o representante. Esa noche de invierno entré al campo con una cámara Súper 8, con licencia para filmar todo el recital, mientras los canales de TV solo lo podían hacer con un par de temas. Héctor entró con una cámara de fotos y otra filmadora sin rollo ya que no teníamos mucha película. Pero lo importante para nosotros, con 19 y 20 años, era estar ahí, a metros de ese tipo que se había transformado en una especie de héroe. Tiempo después comapaginamos ese corto que entre nosotros llamamos Serrat en Rosario y que debe estar guardado en un estante de mi escritorio. Ese mismo año, ya por una cuestión deportiva hicimos lo mismo con otras celebridades que llegaban después de años de prohibición: El recital de Silvio y Pablo, del que creo que solo sacamos fotos y que en esa vorágine por convertirnos en reporteros de la incipiente democracia llegamos a estar (y no recuerdo por qué) sacándole fotos a Silvio junto al Negro Fontanarrosa en la habitación de un hotel.
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viernes, 10 de julio de 2009
anotaciones del presente

Por suerte lo descubrí a Cohen unos cuantos años antes de Natural Born Killers, primero leyendo sus letras traducidas y luego escuchando esa misma música en un vinilo. El primer disco que escuché es una recopilación del año 75 que tenía Chelsea Hotel, Suzanne y Sisters of Mercy entre otras. Después me olvidé un tiempo de él hasta que alguien me pasó The Future, en la misma época que comencé a coleccionar todo lo de Lou Reed.
Cohen y Reed fueron parte de la banda de sonido de los ensayos de mi película EL CUMPLE.
Después de terminar de ver el dvd buscaré en la biblioteca el libro de canciones de Leonard Cohen y si no lo encuentro ya tengo a la vista Atraviesa el fuego, ese libro-objeto con todas las letras de Lou Reed.
anotaciones del pasado

1982
taller Arteón
compré mi primer cámara de súper 8, todavía la guardo
zafé del servicio militar porque empezó la guerra
primeras experiencias políticas, primeras discusiones políticas
primeras marchas
un acto de Oscar Alende en el Luna Park, quedé impresionado
el rock en español que escuchaba en mi casa y en recitales ahora lo escucho en la radio
sexo y noviasgo como novedad
el mundo se abre como no me hubiera imaginado
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