sábado, 26 de abril de 2008

ROJO ARGENTO POR CANAL 7



Poco a poco Canal 7 va ocupando espacios que la televisión abierta ha dejado abandonados o cedidos a las señales de cable. Ver películas por tv en versión original y con subtítulos no es algo que acostumbren las televisoras que hegemonizan el mercado del aire. Y si bien gran cantidad de gente puede disfrutar de la tv por cable o satelital, sabemos también que son muchos los que sólo captan las señales que llegan a través de una antena. Y cuando nos adentramos en lo que podríamos llamar el interior de nuestro país, esto se acrecienta más, como así también la llegada del canal estatal. Por esto mismo sentí un doble placer al encontrarme hace unas pocas horas en el ciclo de Fernando Martín Peña con Rojo Profundo de Darío Argento, no sólo en versión original subtitulada sino también respetando la pantalla ancha que en la copia que recuerdo haber visto hace años en vhs no se podía apreciar ya que la habían reconvertido a full screen. Hace unos días con unos amigos recordábamos las películas de Argento y mi recuerdo siempre fue el de un estilista un poco tosco, efectista en el límite del kitsch pero con la personalidad suficiente como para convertirse en autor. Rojo Profundo es mi preferida, con el protagónico de David Hemmings, diez años después de Blow Up, actor que siempre me hizo acordar de Paul Mac Cartney y que casualmente hace de músico. Rojo Profundo por momentos parece contener elementos de las series de Brian Clemens, como así también de Psicosis y adelanta con sangre algunas sagas de terror clase B de los 80. Argento se convirtió en los 70 y los primeros 80 en la versión italiana del De Palma de Obsesión, Furia, Vestidad para Matar o Blow Out, pero un poco más grasa y menos sutil. Creó un estilo de thriller alla italiana, de la misma manera que su contemporáneo Sergio Leone lo hizo con el western spaghetti, pero con un poco más de vuelo poético. De todas maneras es un placer para los que ya vimos las películas del papá de la bella Asia volver a encontrarnos con estos films y es muy recomendable para los que solo conocen a su hija ir a buscarlos a su video club amigo o esperar una nueva función por Canal 7.

viernes, 18 de abril de 2008

BAFICI



Diego Grillo Trubba escribe en Perfil lo siguiente en relación al BAFICI:

Hace unos días alguien me comentó que había ido al BAFICI 2008. Había visto dos películas buenas y unos cuantos bodrios, dijo, y se lamentaba por el hecho de que las buenas las iban a estrenar en salas comerciales, con lo que perdía sentido haber hecho cola para comprar entrada. Le dije, entonces, que por lo general las películas buenas encuentran su circulación en cines, dvd o, gracias al boca a boca, resulta factible conseguirlas en internet con softwares como el Emule. La pregunta de esta persona, ante mi aclaración, fue: ¿para qué sirve entonces el BAFICI? Probablemente uno de los mayores inconvenientes radica en la concepción. ¿Qué es el cine independiente? ¿El que se hace fuera de los grandes estudios? ¿El que se realiza lejos de los Estados Unidos? ¿El que se hace con pocos capitales? ¿El que no encuentra mercado de distribución? ¿El que está protagonizado por Ricardo Bochini? El BAFICI forma parte de la política cultural del gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Por lo tanto, es solventado con dinero de todos los porteños. La curiosidad radica en que dichas políticas culturales son ejecutadas –en un porcentaje considerable- por chicos egresados de carreras universitarias, en buena medida ex militantes de Franja Morada. Antes respondían a Lopérfido, hoy a Lombardi, mañana quién sabe. La otra curiosidad es que ejecutan políticas como si aún estuviesen orientados a los centros de estudiantes universitarios. Es decir, una población reducida, que se podría identificar como: entre 18 y 35 años, nivel educativo alto, nivel económico medio/alto, ropa de diseño y profusión de anteojos con marcos negros. En otras palabras, snobs que si no se realizara el BAFICI, perderían varias charlas de café posteriores. Lo que constituiría, a los ojos de ciertos funcionarios, una tragedia. La tragedia de quedarse sin SNOBICI. (publicado en el Diario Perfil)

El BAFICI, tiene una oferta que es gigantesca y atractiva para cualquier desprevenido que le guste el cine, eso es cierto e indiscutible. Pero es cierto también que a no todos los que les gusta el cine les fascina por igual este festival que año a año se ha convertido en el fiel representante de ciertos sectores de la cultura oficial de Buenos Aires. En este sentido lo que plantea Grillo Trubba no está alejado de la realidad y es interesante leer este comentario de parte de un porteño que escribe en los medios. Para quienes vivimos lejos de Buenos Aires el BAFICI es un acontecimiento un tanto ajeno que cuando hemos tenido posibilidad de participar, lo hemos hecho pero a sabiendas de que formábamos parte de una delegación extranjera más. El cine argentino que ha predominado en el BAFICI ha sido el porteño, pero no sólo eso, sino que últimamente ha sido el cine porteño que representa a un sector muy marcado de la producción. ¿Hay algo de malo en esto? No, creo que cada festival va marcando su propia línea estética e ideológica y que debe ser consecuente con ello. El BAFICI siempre ha sido el mejor espacio donde mostrar las producciones generadas en la FUC y de alguna forma también en este décimo aniversario se festeja esto pidiéndole a uno de los profesores más emblemáticos de dicha escuela que haga la película celebratoria de la década como así también se le publica un libro escrito por él. Un amigo porteño -muy vinculado al cine independiente y al BAFICI- me dijo irónicamente: "solo falta la estatua de Filipelli en el Abasto". Ahora ¿podemos estar seguros que por el solo hecho de proyectar las películas en un festival ya tenemos el carnet de cineastas modernos, avant garde o simplemente "independientes". Un festival que se autodefine como transgresor ¿no entra en contradicciones con una política municipal conservadora? Aparentemente el festival sigue siendo el mismo ¿o no? ¿es el mismo Festival de la era Di Tella, de la era Quintin, de la era Peña? ¿los cambios políticos no han modificado también al festival? pero ¿es realmente independiente? ¿independiente del poder político o dependiente de la ideología del progamador? ¿es así que con Peña era un poco más peronista y con Wolf un poco más radical?
Pero los que sacan las entradas son los mismos chicos con lentes de marco negro que putean con ¡fucking! o flashean ante la última oriental o que hablan maravillas de la última ola tailandesa aunque no la hayan visto. A ellos la política los tiene sin cuidado, pero están a la moda y posiblemente allí está la crisis del cine argentino.


viernes, 11 de abril de 2008

LITERATURA ARGENTINA,


Hace muchos años, a principio de los 90, surgieron una camada de escritores que en aparentes veredas enfrentadas representaban lo nuevo de la literatura argentina. Cada uno de estos grupos estaba atrincherado en editoriales o en revistas o determinados suplementos culturales. Yo seguía esa interna en reportajes o críticas, ya que en esa época no conocía personalmente a ningungo de ellos. Pero como siempre coqueteé con la idea de ser escritor -o al menos intentarlo- me fuí acercando a algunas de las lecturas con las que me sentía más identificado. Bajo esas lecturas y dejando de lado mi Lettera 22 por una PC sin disco rígido escribí una novela que guardo perdida en un archivo de word. Leí varios libros de una colección de Planeta sostenida críticamente por Página 12, diario que en aquél entonces leíamos quienes creíamos ser progresistas. Habia otros libros y otros autores que no estaban en Planeta pero adherían a esa postura que enfrentaba a aquella otra. ¿Cuál era? si mal no recuerdo tenía que ver con una especie de literatura más pop versus literatura más experimental o algo así. Tal vez era como oponer a Hemingway vs. Joyce o una boludez por el estilo. Quizás la oposición que se podía plantear era Soriano vs. Saer. Y para quienes intentábamos sacar conclusiones muy básicas podíamos pensar que Soriano era pop y entretenido y Saer un gran maestro pero muy aburrido. De todas maneras intenté leer a Saer y me costaba mucho más que hacerlo con Soriano, a quien yo había descubierto muchos años antes con Triste, Solitario y Final en una edición de Editorial Bruguera.
Mi panorama de la literatura argentina paseó por Fresán (sus libros me gustaron más allá de su soberbia), Juan Forn (un nene bien que se debatía acerca de como preparar un puré chef o a que restaurante chino pedía comida), Fogwill (un gran descubrimiento), Rejtman (otro aburrido como sus películas), Laiseca (un loco divertido con quien tomé un taller de escritura), Piglia (que parece estar más allá del bien y del mal) y alguna otra lectura que ahora se me olvida.
Pero había otro grupo, de otros escritores, a los que yo no me acercaba, tal vez por cierto prejuicio provocado por la otras lecturas. Alan Pauls, Cesar Aira, Sergio Bizzio son los nombres que me acuerdo, pero también estaban otros que luego fui incorporando como el de Guebel y algunos más.
Muchos años después conocí a Guebel en la productora de su primo: Cuatrocabezas. Allí íbamos a comenzar a trabajar juntos un proyecto que luego se terminó cayendo. Guebel me cayó bien y no tenía motivos para no leer un libro suyo, pero en ese momento no lo hice. Tiempo más tarde conocí a Sergio Bizzio, en una cena que compartimos en una parrilla rosarina. Con Bizzio teníamos algunos amigos y conocidos en común. Y el tipo me cayó muy bien, posiblemente mucho mejor -estoy siendo prejuicioso- de lo que me podría haber caído Rodrigo Fresán -a quien no conozco pero he leído casi todos sus libros-. Ahí me lamenté de dejar pasar por alto algunos libros. Me propuse entonces leer algun libro de Bizzio. Pero por esas cosas del tiempo, de las urgencias y etc., no tuve ningún libro de Sergio en mis manos hasta que él mismo me regaló Rabia cuando pasó a saludar en la avant premiere de LA PELI. Una buena ocasión para saldar deudas. Siempre llevo varios libros en mi bolso cuando viajo, porque por lo general leo más de uno por vez y tengo una larga fila en espera, aunque sigo comprando libros a pesar de ello.
Estaba viajando a Pinamar a proyectar La Peli y decidí cargar con el libro de Bizzio del que había leido las primeras páginas y me habían gustado mucho. Pero sucedió un accidente: mientras esperábamos con mi amigo y actor Carloncho, en Retiro, que saliera nuestro ómnibus, un audaz chorro me quitó mi bolso y pese a que intentamos correrlo por la terminal, no pudimos alcanzarlo. No sé si al ladrón le interesaba la literatura, pero en ese bolso solo había libros, Rabia de Bizzio, Tokio Blues de Murakami, del que nunca pude avanzar más de diez páginas y paradójicamente uno de Fresan que no había leído. Cuando llegué a Pinamar fui a una librería a reponer alguno de los libros, decidí dejar de lado al japonés y a Fresán. Pero no quise comprar Rabia, fui a comprar Era el Cielo, la última novela de Bizzio de la que había leído muy buenos comentarios, pero en la librería no la tenían o no había llegado o se había agotado, entonces compré un libro de un amigo de Bizzio, Derrumbe de Daniel Guebel. Me gustó mucho y me puse contento de ir saldando deudas con un sector de la literatura argentina, pero me quedaba pendiente Bizzio. Cuando volví de Pinamar estuve encerrado en la escritura de un guión por lo cual mis lecturas -como hago habitualmente- se dirigieron a temas afines con lo que estaba escribiendo, es así que me topé con Historia del llanto de Alan Pauls, el libro me pareció uno de los mejores relatos de mi generación que haya leído y con una prosa que envidié sanamente, me hubiera gustado mucho escribir ese libro. Elipsis. Corte a:
Haciendo el recorrido que habitualmente hago una o dos veces por semana por El Ateneo de Rosario me encuentro con Era el cielo, pero también con una edición de bolsillo de Rabia, distinta a la que me habían robado. Entonces me la compré ya que si bien era el mismo libro, a su vez era distinto, no estaba comprando lo mismo aunque el interior fuera idéntico.
Debo decir que Rabia es una de las mejores novelas argentinas que he leído y lamento haber esperado tanto para hacerlo. Encontré en Rabia conexiones con algunos de los libros que más he disfutado y no me pregunten por qué y si tiene algún sentido, tampoco sé si a Bizzio le gustarán las comparaciones pero en ese magnífico personaje de María por momentos siento alguna conexión con el protagonista del El Extranjero de Camus, con un toque sutil de Fontanarrosa, con algo de Auster de la Trilogía de Nueva York y una sensación de estar viendo una gran película contada por alguien que tiene un conocimiento exacto de todos los resortes que hacen posible narrar una gran historia que comienza de una anécdota aparentemente leve y simpática para envolvernos de una manera cautivante en la verdadera condición humana llegando a la emocón desde el lugar menos pensado.
Ahora voy por Era el cielo.

viernes, 4 de abril de 2008

EL INCAA TIENE PRESIDENTA

Liliana Mazure fue nombrada ayer como nueva Presidenta del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales.
Mazure tiene una larga trayectoria como productora y con buena llegada tanto al gobierno nacional como así también con las entidades vinculadas a la producción. Esperemos que el INCAA pueda encarrilar su política y que se dejen de lado las internas sectoriale en pos del cine argentino