miércoles, 6 de febrero de 2008

LA PROVOCACION



Con motivo del estreno del film argentino EL HOMBRE ROBADO, en un comunicado de prensa su productor escribe (entre otras cosas) lo siguiente:

“El hombre robado” viene a poner fin a una tradición. Hasta ahora, la vieja causa unitaria no conocía en la literatura más que la muerte y la derrota. Sus epopeyas eran invariablemente trágicas: El unitario de Echeverría era degollado en un obsceno festín de gritos y de barro. Belgrano, en “Amalia”, se desangraba enamorado y solitario en una quinta de Barracas. Dahlman, abandonado a su suerte, era apuñalado en el Sur. Los orgullosos Aquileanos de “Invasión” son liquidados uno tras otro, fatalmente, silenciosamente. Matías Piñeiro decide poner fin a esta vasta genealogía de mártires, y le opone, apenas, a una serie de chicas enamoradas que recorren a la carrera las calles de la ciudad. “He aquí la última generación de unitarios” , parece decirnos. Una generación bravía, orgullosa, triunfal.

Quien escribió esto es un personaje que ha dicho que su cine (hasta ahora hizo una sola película) ocupa en el cine nacional lo que Sumo en el rock, sin embargo usa camisas de rugbier y se peina como Guillermo Andino. En los reportajes que le han hecho siempre se ha demostrado ser un tipo inteligente, filoso y en cierta manera provocador. La provocación siempre es bienvenida en cualquier manifestación artística. La provocación en el arte siempre tiende a romper con los esquemas, a proponernos la alteración de lo establecido, es una actitud por lo general vinculada a las vanguardias. Me atrevería decir (aunque a algunos el término les parezca demodé) que la provocación es una actitud de izquierda, en el mejor de los sentidos. Está claro que Sumo fue transgresor y proocador. Pero cuando la provocación incluye comentarios de un tinte ideológico que concuerda con los sectores más reaccionarios de la Argentina ahí -creo- estamos hablando de otra cosa, de esconder bajo una aparente actitud transgresora la idea de darle una nueva cara al clásico conservadurismo argentino, o más precisamente porteño. Una derecha moderna, una derecha afrancesada, vinculada a los restos de lo que fue la socialdemocracia de los 80, que de una u otra manera han representado De la Rúa en su momento y Macri hoy pero que se formaron y enriquecieron durante la década menemista. Pero el texto que arriba transcribo es lo suficientemente vago para poder pensar en más de una opción al momento de su lectura. ¿Qué quiere decir con He aquí la última generación de unitarios. Una generación bravía, orgullosa , triunfal? ¿a quién se refiere? ¿a los personajes de la película? ¿a los caudillos unitarios? ¿a él mismo como cineasta-productor-unitario? ¿se puede estar orgulloso en este país de llevar la bandera de los unitarios? ¿es esto provocador?

4 comentarios:

Unknown dijo...

Quien hace este comentario, no es el productor del film, sino un director de cine a quien le agrada la película. Por algún motivo, el autor de la nota elude su nombre, quizás en un intento de evitar la provocación que él mismo defiende. Por otro lado la denostación que efectúa el autor de la nota en base a que "hasta ahora hizo una sola película", es cuando menos extraña. Joy Division solo grabó un disco y no podríamos afirmar que es menos importante (o peor) que Los Piojos, que llevan grabados 7.

Unknown dijo...

Juan,
El comentario no es acerca de la película El Hombre Robado, que puede ser muy buena, pero en este momento eso no me interesa. Hay películas muy bien realizadas, pero que su ideología las transforma en objetos un tanto controvertidos, pensemos en El Francotirador de Michael Cimino, o El Nacimiento de una Nación de Griffith, en algunas películas del venerado John Ford o pensemos en la controvertida señora Leni Riefenstahl. No pretendo comparar la película de Piñeiro con ninguna de las nombradas ya que lo que he intentado analizar muy escuetamente ha sido un comentario en una gacetilla de prensa y vincularlo con otros comentarios de la misma persona.
No lo nombro al productor porque lo que me interesa -vuelvo a repetirlo- son sus conceptos, que entiendo que no son propios -de uno solo- sino que son representativos de un sector, de un grupo. Entonces mi cuestionamiento no es hacia él, sino hacia lo que él representa.
Cuando alguien habla de su cine se me ocurre que está haciendo referencia a una "obra" y no a una sola película, salvo que esta ópera prima sea El ciudadano, Sin Aliento, Los cuatrocientos golpes o Crónica de un niño solo o si nos remontamos un poco más lejos: El último malón, primera y única película de Alcides Greca, film fundacional del cine argentino y que permanece oculto para muchos.
Joy Division grabó dos discos, pero si hubiera grabado uno solo tal vez hoy lo recordaríamos igual. Los Piojos tampoco son de mi agrado, pero no puedo dejar de reconocer que han incidido en la cultura popular joven argentina de la misma manera que lo hicieron los chicos de Manchester sobre los ingleses.

Unknown dijo...

Gustavo,
en mi comentario no menciono ni una vez la película en Piñeyro, no la vi así que mal puedo defenderla.
Me veo en la obligación de volver a informarte que la persona en cuestión no es el productor del film.
Creo que es al menos un acto de extremo reduccionismo histórico el agrupar al general Roca, Echeverría, Sarmiento, De La Rúa, Macri y Llínas en un mismo grupo, cuando no directamente un disparate.
Según tus conceptos, quizás sería más aceptable que Emilio Vieyra hable de su obra, o que lo haga Rodolfo Ledo, quienes cuentan con frondosas filmgrafías que, en sus puntos más brillantes, no proponen nada.
Si, Joy Division tiene dos discos, en eso tenés razón.

Unknown dijo...

Juan,
No entiendo lo de Ledo y Vieyra, creo que estos son personajes detestables en todo sentido. Pero dejemos de lado la cantidad si eso es lo que te molesta, posiblemente no debí hacer un juicio de valor por la cantidad de rollos filmados o videos grabados. Si cometí un error al confundir al productor del film con quien escribe el documento que se eleva a la prensa, disculpas. Posiblemente y por distintos motivos Roca, Sarmiento, De la Rúa y Macri tengan puntos en común. No creo que pensar eso sea un disparate. Llinás al firmar el documento del que hablamos también pretende hermanarse con ellos y tiene todo el derecho a hacerlo y está bien que así sea. Me parece muy saludable que los artistas o quienes pretendemos serlo podamos expresar nuestras opiniones y debatirlas aunque estas parezcan o estén cercanas al disparate, esto siempre es más movilizador que la quietud y el silencio que prevalece entre los realizadores.
Saludos