martes, 9 de septiembre de 2008

Lejos de John Ford

Siempre lo esquivé aunque en mis primeros años de cine había visto unas cuantas películas de él y tenía formado un concepto: se trataba de un fascista, de un reaccionario en la línea de Griffith, un tipo al que se lo podría vincular hoy con el gobernador Arnold o el bueno de Silvester y seguramente simpatizaría con G.W.
Pero la crítica (siempre la crítica) lo llevó a un lugar del bronce en el que cuestionarlo suponía una herejía o una falta de sensatez y por consiguiente ser un ignorante en lo que al cine y su lenguaje respecta. Antes y durante la filmación de Días de Mayo -como hago cada vez que inicio un rodaje- me devoré una gran cantidad de películas con el objetivo de que mis ojos pudieran abarcar un poco más y que mi cabeza estuviera abierta a diversas posibilidades. Algunas películas ya las había visto y quería reverlas y otras eran asignaturas pendientes. Por supuesto me quedó una pequeña pila de dvds que hoy, luego de terminar el rodaje sigo viendo. Es así que ayer me animé después de muchos años a volver a Ford. Más corazón que odio fue la película con la que hice mi incursión al mundo de este hombre tan mítico e intocable. No cabe duda que su cine representa el clasicismo del cine Hollywoodense de la primera mitad del siglo veinte, como así también la visión del american way of life. Alguno me dirá: "es una típica película del oeste, no hay que buscarle otra cosa". Justamente si algo ha funcionado en Hollywood desde su exustencia es el hecho de transformar la ideología dominante en relatos cotidianos que aparentan un mero entretenimiento. En Más corazón que odio un grupo de comanches ataca a la familia del protagonista (John Wayne) y la masacra llevándose a su sobrina como una cautiva. El jefe indio es la encarnación de la maldad sin ningún tipo de matices y los colonos las víctimas de los salvajes que siempre acechan y están listos a matar y sacarles el cuero cabelludo. Las cautivas y los cautivos que rescatan están idos, perdidos, locos, o con la contradicción de no saber si querer volver (la sobrina encarnada en la bellísima Natalie Wood) como si los indios les lavaran el cerebro. No es casual este relato en Estados Unidos a mediados de la década del 50, en plena Guerra Fría y Macartismo, con guionistas y directores en listas negras acusados de querer introducir la ideología marxista en la industria del espectáculo. No hay que ser muy inteligente para encontrar analogías entre lo que propone el film y la realidad de Estados Unidos. De todas maneras volveré nuevamente sobre JF, una película no es suficiente para establecer un juicio de valor, pero da algunas pistas.

2 comentarios:

francisco pavanetto dijo...

hey, este blog hace bastante que no se actualiza.

hoy conoci al tan nombrado celular del futuro, en un marco extraño para mi, asado, gente, amigos, rio, sol, etc. fue bueno.

abrazo.

Anónimo dijo...

Hola Gustavo...escribo porque siempre me pasó lo mismo con Ford...nunca 'me le animé', o mejor dicho, a pesar del fervor crítico, siempre tuve recelo de enfrentarme a su cine...pero, de repente, vi un día 'Un Disparo En La Noche', y me encontré ante un film gigante...aún así, no seguí viendo sus películas...por ahora...Ya llegará el momento...

santiago