viernes, 9 de octubre de 2009

On the road




Dormir en un ómnibus semi cama no es una sensación placentera, dormir en ómnibus durante mucho tiempo (en cama o semi cama) tampoco es aconsejable. Mi cuerpo ya se acomoda a esos asientos, los conozco de memoria. Años y kilómetros de larga distancia. Subir con sueño, llegar casi dormido en un estado de embriaguez que dura varias horas. Estar en gira, presentar una película, dar una conferencia luego de haber tomado al menos los tres cafés bien cargados y necesarios para enfrentar al auditorio. El auditorio a veces es numeroso pero la mayoría de las veces es escaso. Ayer hablé de identidad y cine y puesta en escena. En realidad hablé de lo que intento hablar desde hace años, esta vez no llevé apuntes, intenté hablar desde la memoria, desde mi propio discurso por momentos inconexo. Le miraba la cara a los que estaban allí, creo que la mayoría esperaba que dijera otras cosas, no sé, quizás fue una percepción mía. A veces pienso que debo ordenar mejor mis ideas y volver a escribirlas como lo hice con el libro Cine Instantáneo, pero con más rigurosidad. No sé.
Por la tarde me tiré en la habitación del hotel y me quedé mirando un canal de videoclips (¿Much Music? ¿existe todavia Much Music?). Pasaban los número uno de diversos años. Pero me llamó la atención uno de David Bowie: Thursdays Child
El video es aparentemente muy sencillo: Bowie está frente al espejo de su baño, en donde se mezcla el sonido ambiente con la canción. Los planos, fijos y con muy poca variación en los encuadres nos muestran al Duque mirándose en su reflejo y observando también a quien oficia de su pareja, una mujer bella, cercana a los 40 que guarda sus lentes de contacto mientras en el l espejo se los ve a los dos pero con veinte años menos. De repente la juventud perdida se materializa y el rostro ajado (pero joven) de Bowie besa a la mujer veinte años menor como si en ese gesto pudiera recuperar los años y rejuvenecer a la pareja. Pero en el espejo vuelve a estar el hoy y el irreversible paso del tiempo. Bowie tenía 52 años en el momento de ese video que ya tiene una década. Desde la cama lo miraba y me acordaba que en 1989, diez años antes de ese video y hace ya veinte años lo vi en el Estadio de River. En ese momento Bowie era más joven que yo (hoy) y yo (hoy) soy más viejo que aquél Bowie. Ahora entro a Youtube y busco Thursdays Child, lo vuelvo a ver y me veo reflejado en ese espejo.

4 comentarios:

Victoria dijo...

un privilegiado que viste al gran bowie!

hoy me hablaron de tu película, días de mayo, y me gustaría verla. ¿dónde la puedo conseguir?

un abrazo.

Anónimo dijo...

Muy cercano en gral. a tus planteos y sensaciones, recuerdo que cuando ví ese video algo golpeó fuerte en mi (el tema del tiempo, los años, etc, claro)Lo vi una sola vez, pero por siempre 'me quedó'en algun lugar...

santiago

Ceci Fernandez dijo...

Genial. La ambigüedad generada por el reflejo que te devuelve esa otra parte, la esencia que sale de uno y se instala en el otro como parte de si.
Ser uno en el otro y el otro en uno.
Los viajes son una transición. Esa es para mi la mejor definición. Materia en puro movimiento...

David Cotos dijo...

Hola. Te comento que he consolidado mis blogs de cine argentino, uruguayo y el de homenaje a truffaut en mi Blog "Cine para usar el Cerebro". Felices Fiestas.