viernes, 23 de julio de 2010

el principio de algo (parte LX)



El vietnamita no paraba de hablarle dentro de la limousine. Pero él estaba absorto en otros pensamientos. Se había visto reflejado allí en el espejo de la limo.
Los ojos, siempre los ojos. El espejo los reflejaba distintos, pero de una manera sorprendente. Distintos de ayer. Todos los días se miraba y se enorgullecía de su mirada joven, de la ausencia de arrugas que por su edad deberían ser una marca anunciada desde tiempo atrás. Sin embargo todo eso que le hacía parecer forever young esa noche cambió y fue como un mazazo. Las ojeras, las arrugas, la cara avisándole que ese rostro estaba recibiendo el lógico paso de los años. Estuvo 15 minutos recorriendo las marcas, los surcos que comenzaban a formarse alineados en forma paralela desde el extremo de sus ojos en dirección a la sien. Después pensó en su cuerpo y después dejó de pensar. Con casi 50 él todavía creía ser joven. Pero ya no se pensaba a sí mismo como un joven artista, como la promesa que había dejado de ser. Ahora estaba frente a la realidad del espejo, como el video clip de David Bowie. Tal vez las arrugas no surgieron de un día para el otro, tal vez él no las percibió, como si notó las canas, pero las canas ya no son un indicio de vejez. Hay muchos pibes a los que les crecen las canas ¿será el stress? El pelo en sí mismo no modifica la edad, pero sí la apariencia de la edad.
Hoy tomó un ómnibus, tomó dos ómnibus. Hacía tiempo que no se subía a un colectivo. Los tipos como él ¿toman el subte en New York? ¿se suben al Metro en Paris? ¿viajan solo en taxi o en sus autos particulares? Si se hubiera dedicado al fútbol sería DT. Pero no se dedicó al fútbol. Recordó un partido con los compañeros de la secundaria en donde jugaba de arquero. Se había comprado un buzo como el de Fillol. Esa tarde después de varias buenas atajadas -las únicas de su vida- pensó o pasó por su mente la posibilidad de ser jugador profesional de fútbol. Tiempo después participó viajó a unas Olimpíadas de escuelas secundarias en un club del Gran Buenos Aires. Su fuerte era la carrera de larga distancia. Había entrenado bastante en el Estadio Municipal. Corría los 1600 metros tranquilamente. Aspiraba a estar en el podio, aunque sea una de las tres medallas, se conformaba con la tercera. Estuvo segundo toda la carrera, pero en los últimos 100 metros quedó cuarto. Se pasó el resto del torneo con sus auriculares incrustados en los oídos y mirando los partidos de voleibol de sus compañeras, que sí llegaron al podio. Tenía unos walkman Aiwa de carcasa de metal, eran los primeros en llegar a la Argentina junto con un modelo de Sony al que se le podían conectar dos auriculares. La diferencia era que el Aiwa también grababa. En sus casettes había una selección de temas bastante ecléctica en donde no faltaban The Kinks, Almendra, Earth, Wind & Fire, Eric Clapton (era la época de Cocaine), Billy Joel, James Taylor, Paul MacCartney & Wings, John Lennon solista, Led Zeppelin, Deep Purple, Electric Light Orchestra y etc.
El espejo de nuevo y de ahí a YouTube. James Taylor y Carole King y un tema que había olvidado, pero que no había olvidado. Era uno de esos clásicos que cuando él lo escuchó por primera vez ya era un viejo hit. De nuevo YouTube y James Taylor casi cuarenta años después, también con Carole King tocando el mismo tema. Y si, el espejo de YouTube. ¿Qué pensará James Taylor cuando se ve hoy y cuando se ve hace cuarenta años con un click de distancia? La voz es casi la misma, pero el tiempo es otro. Ahora volvió su atención al padre de la vietnamita muerta o de la vietnamita por morir. El tiempo que va y viene pero en cuestión de horas. El tiempo que se detiene indefinidamente en esa, en esta noche-largo día-sin sueño. ¿Por qué no tengo sueño si hace meses que estoy dentro de este relato?
No tengo nada que ver con la Yakuza ni con ninguna mafia oriental dijo el hombre. Había algo más poderoso allí que un simple grupo de delicuentes amarillos. Por eso mismo volvió a bajarse del auto y entró de nuevo en aquél bar en donde la lluvia no dejaba de caer. Un café cargado al que le agregó un poco de whisky. De nuevo los auriculares para escuchar un poco de viejo pop.

3 comentarios:

Patricia Ferreyra dijo...

Muy bueno el artículo, ¿qué significa LVX? Porque no es un número romano. ¡Saludos!

Unknown dijo...

cuando lo escribí estaba medio dormido y se me escapó la V, quizás tenga alguna extraña explicación,
gracias

Anónimo dijo...
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