martes, 13 de julio de 2010

sobre los actores, los métodos y Toy Story

Ideas sueltas o que se enlazan y que en algún punto se cruzan. Todas las semanas, al menos un día, tengo un encuentro con actores. Actores de la más variada especie, trayectoria y experiencia con los que intentamos armar ideas que después se traduzcan en una puesta en escena cinematográfica. Ya fui dos veces al cine a ver Toy Story 3, película de animación con juguetes, muñecos que cobran vida sin que los adultos ni los niños se enteren. Hay una escena de la película en que Woody -el protagonista- se encuentra con unos nuevos juguetes y el personaje de una niña los hace jugar. Al terminar el juego y quedarse solos sin la presencia de la nena, uno de los juguetes le dice a Woody "que buena composición ¿vos sos del método?", obviamente el juguete hace referencia al Actor's Studio y su famoso método. Un chiste justamente entre muñecos, entre personajes de plástico. Para actuar bajo las ideas de Strasberg o de Elia Kazan es necesario que el actor viva intensamente su personaje ¿Eso lo puede hacer un dibujo?. El final de Toy Story 3 es el más emotivo de la saga, más aún para mi que conozco de memoria la 1 y la 2, habiéndolas visto con dos generaciones de hijos. Pero lo paradójico de ese final es que nos emocionamos a partir de reconocer las vidas de esos personajes de plástico, al ver las expresiones dibujadas en sus caras y escuchar las voces de los actores de doblaje. Días después (o antes, ya no recuerdo) tengo una charla con actores acerca de la necesidad o no de vivir lo que vive el personaje para que la escena salga bien, tenga credibilidad y esté cargada de verdad. Mi pensamiento ante esto siempre ha sido el mismo, pero hoy lo refuerzo aún más. Cualquier método es válido para llegar hacia la verdad de la escena, cualquier manera de apropiarse del personaje es buena si al actor le sirve y es probable que dos actores en la misma escena utilicen formas diferentes para resolverla. Pero antes que nada, cuando los actores componen un personaje y cuando entran en una escena estamos hablando de ficción, nada es real. Lo real solo sucede en la cabeza de los espectadores. El cine es puro artificio, por eso a veces nos puede emocionar más un dibujo que habla que un actor que sufre.

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