lunes, 7 de marzo de 2011

el tabaco de Terry

Terry Dick fuma unos pequeños cigarros que lleva en una, pequeña también, pitillera de metal. Cigarros fabricados desde 1817. Terry los fuma desde 1933 cuando empezó a trabajar para la Paramount como director de segunda unidad. En 1934 le encargaron dirigir los números musicales de las películas que rodaría Carlos Gardel en Long Island. Cuando se conocieron con Gardel entablaron un vínculo que ningún director había logrado tener con el cantante. Se hicieron amigos y la primera noche que los presentaron cuentan que cerraron para ellos y unas señoritas (aparentemente actrices de El Tango en Broadway) el bar del Waldorf Astoria. Al otro día Gardel dió parte de enfermo y no fue al set durante tres días. Pero cuando llegó el momento en que la mano de Terry se viera en la película algo sucedió. La visión que tenía Terry de lo que debía ser un número musical no coincidía con las pretensiones de la Paramount. Se dice que Dick era un adelantado de su época, una especie de vanguardista en el Hollywood de los grandes estudios, algo impensable para aquél momento. Su primera y única intervención en la película de Gardel fue la primera versión de Rubias de New York, versión que nadie puede asegurar que haya existido, pero que según la leyenda o la historia cuentan que sobre el final del tema Gardel iba dejando a las rubias en bombachas y corpiño hasta que al final una de ellas se envolvía en la bandera de Estados Unidos dejando ver como caía su ropa interior bajo la bandera. A Gardel le divirtió mucho la propuesta, pero hasta el mismo Alfredo Le Pera -guionista de varios filmes de Gardel y co autor de sus más grandes canciones-  creía que no era conveniente utilizar ese material.

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