Mirar el país desde un solo lugar, pensar el país desde una sola perspectiva. Legitimar lo valioso cuando lo dictamina la voz autorizada de la capital. En la disputa de poder fueron los unitarios con un falso discurso federal quienes se quedaron con la hegemonía de este país en términos culturales, políticos y sociales.
“El cine argentino es un cine metropolitano, subdesarrollado en sus condiciones de producción pero metropolitano en su extracción, en su origen. El grueso del cine que se sigue haciendo es un cine que se hace en Buenos Aires, esto que parece una obviedad no lo es. Buenos Aires es el gran centro económico político y cultural del país, pero además y por eso mismo es un universo separado del resto del país. Entonces el cine que se produce es un cine marcado por la impronta metropolitana y decir metropolitano hoy en Argentina es referirse de modo excluyente a la capital y sus aledaños. No hay otras metrópolis aunque haya grandes ciudades, no hay climas culturales metropolitanos, los que vivimos aquí en Rosario es otra cosa (….) todavía falta un nexo que acerque el grueso de las películas que se hacen a las culturas que las circundan y eso es obviamente un desafío y una opción para encarar un cine que respire naturalmente la cultura que lo genera. Sin ser el único factor, creo que el hecho de ser un cine marcadamente metropolitano influye, ¿por qué? Porque Buenos Aires es un universo aparte, pero fuera de ese universo hay todo un país que sigue moviéndose, produciendo, sacudiéndose. Registrar esos sacudones o esas vibraciones es parte de un cine por hacer” (Daniel Briguet en el film ensayo MIAMI)
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