martes, 17 de febrero de 2009

Madrid / Rosario

Fin de viaje

Dos noches en Madrid. No se puede dejar de comer en Madrid. Creo que si viviera en esta ciudad mi anatomía se parecería a la de Alex de la Iglesia. Madrid me sirve para terminar de digerir lo vivido en Berlín, para llegar con la cabeza más cerca de la realidad. Estar en la Berlinale fue vivir durante una semana en el centro del universo cinematográfico. El cine del mundo estaba concentrado allí y yo era partícipe-espectador. Hoy con los pies en Rosario puedo ser sólo un espectador distante de ese universo cinematográfico, salvo que algunas de las redes tiradas por allá nos permitan acercarnos nuevamente y cambiar esa condición. En Madrid los días fueron de plento sol, fríos pero no tanto como Alemania. Al haber recorrido en varias oportunidades la ciudad, en este viaje me interno en la FNAC o en el Corte Inglés para analizar las últimas ediciones en dvd de films que todavía no llegaron a la Argentina. Me compro una caja de Glauber Rocha recién editada por Cameo. Hay otras películas que me interesan pero mi presupuesto no da para más. Seguramente volveré por Europa, pienso, y sino siempre está la mula o el torrent a mano, aunque no es lo mismo. Hay ciertos materiales por los que estoy dispuesto a pagar aunque los pueda conseguir con un click del mouse. El viernes a la noche salimos de bares con Nati y Matías, antes le pegamos una miradita a Días de Mayo en la casa de ellos, ya que en el momento del estreno estarán a miles de kilómetros de distancia. El sábado fue un auténtico día peronista con un plato de paella en la Plaza Mayor y una caminata por La Latina. Matías aprovecha y me hace un reportaje instantáneo para su blog, utilizando mi teléfono como cámara de video. A la noche, antes de partir para Barajas, paso por el rodaje del cortometraje de Fernando Ronchese, un ex alumno de la Escuela de Cine de Rosario que vive en Madrid y que está intentando armar proyectos en España.
El taxi al aeropuerto me sale más caro de lo que pensaba, casi no me quedan euros en el bolsillo. A diferencia de la entrada en España, a la salida, el oficial de migraciones tiene un trato más amable. Me ve con un afiche de la Berlinale en la mano y me pregunta:
- ¿Viene de la Berlinale?
- Sí, -le contesto.
- ¿Está con alguna película?
- Si, soy director.
- ¿Y como se llama su película? – el hombre es muy amable al preguntar.
- Días de Mayo –digo y el flaco me mira y después lo mira a su compañero que está en la otra cabina hasta que habla.
- A mi no me suena –dice.
- Lo que pasa es que todavía no está terminada –le digo para tranquilizarlo ya que veo la cara de preocupación.
- Ahhh –dice como aliviado- todavía le falta promoción –agrega.
- Si.
- A mi el que me gusta en las películas argentinas es este Darío …. –se traba, no se acuerda.
- Grandinetti – agrego pero el tipo me mira un poco desconcertado- el que trabajó con Almodóvar –digo tratando de aclarale la situación, pero el nombre de Almodóvar no es bien recibido.
- No, a mi Almodóvar no –dice- no, yo no soy de Almodóvar, pero ¿cómo se llama? –vuelve a preguntarse- Darío…
- ¡Darín! –le grito.
- ¡Sí ese! –dice eufórico.

Es increíble lo que pasa con Darín ¿por qué será? Nunca voy a terminar de entender eso del “carisma” y como conecta independientemente de cualquier otro valor. Por suerte conseguí un asiento al lado de la puerta de emergencia, por lo tanto pude estirar las piernas y dormir unas cuantas horas en el avión.
Rosario y mi intento de acomodarme al jet lag y mi intento de reflexionar sobre los diez días que pasaron.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

welcome back. un abrazo, Irina.
pd: te manda saludos mi hija, es una lastima que no pudieron conocerse estando tan cerca ( vive en Polonia, estaba harta de que a ella tambien le digan rusita siendo rosarina y se fue para alla...)

Sandra Pasquini dijo...

lo que aquí relatás sobre tu estancia en Madrid y esta experiencia pude "verlo" como en una peli, me gratifica cuando leo alguien que otro cuenta y se me aparece cráneo adentro en pura imágen.
Darin !! y claro.
Un abrazo