miércoles, 22 de julio de 2009

sandino / anotaciones del pasado

El domingo pasado se cumplió el 30 aniversario de la Revolución Sandinista. Primera y única revolución que mi generación presenció. La última revolución contemporánea y que generó una simpatía muy grande en la gente. Hasta Hollywood la retrató con cariño en Bajo Fuego, con Nick Nolte haciendo de reportero gráfico en plena revolución. Siempre quise ir a Nicaragua, pero a la Nicaragua Sandinista de los 80. En aquella época, cuando comencé a militar en política, se organizaban lo que hoy llamaríamos -con la ironía de los 90 a cuestas- "tours revolucionarios" para hacer trabajos en la tierra recuperada de Sandino.
Años despues (enero 1989) estando en Cuba, en la Escuela Internacional de Cine (EICTV) me invitaron a viajar a Nicaragua junto a un grupo de alumnos y gente de la escuela, pero después nos recomendaron a los argentinos no asomarnos por las tierras nicaragüenses, ya que en nuesto país el Movimiento Todos por la Patria había tomado el cuartel de La Tablada para luego ser masacrados por el ejército tras las órdenes de Alfonsín. Y todo aquél que llegara a la Argentina proveniente de países "revolucionarios" era tildado de sospechoso e investigado exhaustivamente y en mi caso el pasaporte iba a tener dos sellos "peligrosos". Aunque estábamos en plena democracia alfonsinista. Pero si bien no viajé a Nicaragua. Nicaragua viajó a la EICTV. Tomás Borge uno de los comandantes de la Junta de Gobierno nos dió una charla acerca de como ser guerrilleros de la imágen, yo no tuve mejor idea que grabarla con mi cámara vhs que había llevado a la isla. Paralelamente a esto en Rosario un periodista (Vianna) que trabajaba para los servicios de inteligencia de la dictadura y que tenía un programa en la radio LT8, que era la más escuchada de la ciudad en ese momento, me acusa a mi, junto a dos compañeros que habían viajado conmigo a Cuba pero que ya estaban en Rosario (Héctor Molina y Hugo Grosso) de hacer "inteligencia" y colaborar con el ataque a la Tablada todo perpetrado desde Cuba. Ese disparate fue escuchado por toda la ciudad y -abogado de por medio- Vianna tuvo que desdecirse.
Mientras tanto yo estaba en la isla con un video de "adoctrinamiento revolucionario" y un diario del Che que me había regalado y dedicado un compañero que don Ernesto había tenido en la selva.
Para mi, joven aprendiz de cineasta era como tener un camión de bombas molotov dentro del bolso. Entonces decidí mandar con turistas-amigos rosarinos (a quienes nadie iba a sospechar de terroristas) los videos y libros que consideraba peligrosos.
Hoy me arrepiento de mi miedo idiota y cobarde. Mi estadía en Cuba se extendería por casi tres meses más y esos materiales nunca más los volvi a ver.

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