Cuando no sabía que hacer se sentaba frente a la computadora y abría muchas pantallas, ponía música y dejaba que la situación lo lleve, pero ahora no, ahora había llegado ahi justamente porque no había podido salir de su pequeño estudio, porque no había podido abandonar su silla.
se mldijo, se maldijo por no haber terminado de leer tantos libros, se maldijo por ser un comprador compulsivo de libros pero no un lector compulsivo, los libros a veces te dicen qué hacer, para dónde arrancar.
La música se había transformado en ruido para ella, un sonido que se mezclaba con las voces de sus amigas que ya ni podía escuchar. La puerta, la vereda le iban a dar un poco de aire. Salió con el vaso de cerveza en la mano y se sentó en el umbral de ese bar de escaleras largas. Trató de poner un espejo imaginario frente a ella, y se detestó, parecía esas pendejas que cuando salen se emborrachan y que después no se pueden sostener en pié y terminan esperando un taxi semidormidas sentadas en la vereda con el último trago de cerveza en la mano. Prejuicisa pensó, a mi me pasó más de una vez y no soy una pendeja boluda, a mi me pasó varias veces y la pasé bien, más allá de la resaca.
El no era de tener resacas, necesitaba tomar mucho para tenerla, pero esa noche no había tomado, así que ¿por qué no ir a un bar?
ella sintió el sol a las 3 de la mañana, sabía que era de noche y que el frío no era buena compañía si permanecía mucho tiempo más ahí.
ella recordó y le tembló el cuerpo, ella comenzó a correr mientras recordaba, era de noche pero había sol, hacía frío pero su cuerpo no lo sentía, corría en la noche mientras la asaltaba una felicidad repentina, como si hubiera encontrado de repente con una respuesta que desde hace tiempo estaba buscando.
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