sábado, 24 de abril de 2010

Chicago - final del viaje





Fueron pocos días en Chicago, los suficientes para conocer la dimensión de una ciudad a la que espero volver en algún momento.
En la última proyección hubo más gente y más debate, hasta se habló o hablé de política debido a una pregunta que hizo referencia a las heridas no saldadas de América Latina y las revoluciones inconclusas. En mi respuesta hice un comentario sobre las políticas neo liberales que los Estados Unidos habían diseñado para aplicar sistemáticamente sobre América Latina y al decir esto, un señor que parecía muy cinéfilo y hasta conocedor de Godard, partió raudamente. Esa noche fuimos a un bar a escuchar algo de jazz mezclado con bossa nova y un toque de blues. Pero el blues de Chicago lo escuché la primera noche cuando fuimos al Buddy Guy Legends. Buddy Guy es de los últimos bluseros que todavía anda tocando por ahí. Esa noche vi una jam session de blues con algo soul y rock. El escenario estaba rodeado de mesas con poca gente y parroquianos jugando al pool. El lugar remitía a muchas películas o a algún relato de Sam Shepard, una buena locación para una historia de realismo sucio.
Al otro día me compre México City Blues de Jack Kerouac, libro que había perdido o prestado
y era una buena ocasión para recuparalo. La poesía hay que leerla en su lengua original. La tevé no la llego a entender por más que la deje encendida toda la noche. Y fue la televisión la que me despertó una madrugada y durante unos largos minutos no supe donde estaba ni qué hacía allí. Sensación angustiante en donde por un tiempo perdí la nocion de percepción de la realidad. Es lo que llaman jet lag y me pasa en cada largo viaje que hago.
Todos los días partía uno de los invitados y llegaban otros. El último día me encontré con un viejo amigo: Juan Carlos Cremata, un cubano a quien conocí hace más de veinte años en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, cuando lo dos empezábamos a recorrer el camino del cine. En aquél momento era el "enfant terrible" del cine cubano, la mejor promesa del cine de la isla. Y de alguna manera lo consiguió, hoy es uno de los directores cubanos más conocidos fuera de su país. Un tipo muy particular, un ovni que filma (y hace teatro) con total libertad y recorre el mundo (ahora con su madre también directora) como un bont vivant, sabiendo perfectamente que trabaja de personaje exótico. Sus películas han estado desde Cannes hasta el festival más pequeño del planeta y yo hacía unos cuantos años que no lo veía. De repente pasaron dos décadas delante mío en pocos minutos.
El viaje de regreso siempre es más largo, pero esta vez dormí un poco más. La escala en Dallas fue más corta. El día estaba soleado, quizás igual al día que mataron a Kennedy a pocos kiómetros o cuadras de allí. En el aeropuerto texano venden una postal con la foto de JFK en el automóvil poco antes de que lo balearan. Extraño ¿no? aunque estos yanquis venden cualquier cosa.
Ya estoy en casa y espero que el jet lag no me ataque en Rosario.





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