viernes, 10 de agosto de 2012

COME BACK


Una casa vacía. El sillón me esperaba, me espera, está. La tele con HD también. Cuando salí de acá no sabía hacia donde iba. Un alien me había atacado y estaba adentro mio. Al enemigo no hay que temerle me dijo uno de los tantos especialistas. Pero si alguien vio la película lo menos que se le puede tener al alien es un poco de miedo.
La computadora de arriba, la computadora de abajo, el ipad y la puerta que no termina de cerrarse. Volver de donde no sabía aunque parecía una estupidez.  No es una estupidez. Mi cuerpo parece haberse topado con una locomotora, pero ahora se repone. 
El tiempo se detuvo hace dos meses, como si todo lo que viniera no fuera a existir salvo que pasara con éxito la prueba.  Ahora ya está, lo que viene existe y seguro que existe más de lo que pensé.
Mi cuarto, mi estudio, mi casa, un mundo que no termino de descubrir, cargado de historias que ya ni recuerdo. Lo investigo, viajo por mi propio espacio. El mundo que hoy me contiene entre cuatro, seis, ocho o veinticuatro paredes. Desde la altura observo todo. Desde aquí, desde estas letras me sigo confundiendo y creyendo con certeza que la vida es mi propia película. Que todo lo que recorra la cámara o el trayecto de mis dedos sobre el teclado se convertirá en algo digno de ver, de mostrar, de leer. Ego infinito el del artista que cree que desde su ombligo se produce una obra de arte. Pero es así, quizás equivocadamente, pero no podemos quitarnos esto de encima. Es probable que hoy eso nos haga creer que es posible, porque mientras escribo filmo, mientras filmo escribo y todo es plausible de que se vea en una pantalla. Leo un libro que se llama "La quietud en movimiento, una breve historia cultural de los viajes alrededor del cuarto" de Bern Stiegler. Escritores narran sus viajes alrededor sus habitaciones o casas como si lo hicieran alrededor del mundo. ¿Por qué no hacer lo mismo con una pequeña película que recorra los elementos, los rincones de la cotidianeidad, de la intimidad del hogar? La película comienza en casa.
Hoy volví, ayer volví. El alien se fue, lo sacaron, ahora está siendo analizado para saber de qué galaxia viene, desde donde me atacó. Al enemigo no hay que temerle hay que enfrentarlo. Como Batman a Bane o a El Guasón, como Superman a Lex Luthor. 
Vencer al enemigo te hace más fuerte, más allá de que queden heridas o cicatrices. Espero no convertirme a una religión oriental ni tener ningún arrebato cercano a la autoayuda, pero parece que quienes pasan por estas situaciones rozan el límite, ser una especie de sobreviviente te traslada a un lugar en el que las cosas se pueden ver de otra manera ¿pero es así? Mi cámara se pasea por el espacio, lo recorre como un flâneur. Las reediciones remasterizadas de discos parecen tener más novedades que lo último que se consigue por ahi, al menos dentro del rock. Reediciones de My Bloody Valentine, de The Stone Roses, la remasterización de RAM de Paul Mac Cartney deja chiquitos a cualquier banda indie contemporánea, grabaciones encontradas de George Harrison, un disco homenaje a lo mejor de Caetano Veloso o la re aparición de los viejos pero modernos y siempre vigentes Patti Smith y Leonard Cohen. La música popular parece que necesita revisitarse en el pasado.

Si hoy no fuera una carretera interminable, 
Si esta noche no fuera un camino tortuoso, 
Si mañana no fuera tan largo tiempo, 
Entonces la soledad no significaría nada para ti en absoluto.
Sí, y sólo si mi verdadero amor me estuviera esperando, 
Sí, y si yo pudiera oír su corazón latiendo en voz baja, 
Sólo si ella estuviera acostada a mi lado
Entonces me acostaria en mi cama de nuevo.

Bob Dylan 

Siempre me vuelvo a encontrar con canciones de Dylan que a veces recuerdo y otras me vuelven a hablar desde no se cuanto o dónde. Dylan es el compañero ideal de la ruta, de la carretera dentro del edificio o de la autopista a cielo abierto. Dylan es como Godard pero sustancialmente diferente. Si Dylan fuera director de cine lo preferiría antes que a Godard, pero si Godard se hubiera dedicado al rock, no nos hubiéramos dado cuenta de su existencia. Pero Godard entiende el rock y entiende y llega a lo que la mayoría de los directores de cine no les interesa pero les debería interesar. Nadie puede ser Godard salvo Godard y nadie puede ser Dylan salvo Dylan. Y así podría hacer una larga lista, entonces ¿qué nos queda al resto después de pasar una guía de cientos de genios?
Me cae bien Jack White, lo vi en un documental junto a Jimmy Page y The Edge y creo que ahí hay un tipo nuevo que sigue la línea sin tener que volver necesariamente al pasado pero nutriéndose de la historia. 
Volver de donde nunca fui o de donde creo que nunca llegué. 
La via del tarot de Alejandro Jodorowsky, inmenso libro que llevaría en un viaje en transatlántico, acompañado de mis cartas de tarot que a veces intuyo que se leer.
Jodorowsky me puede salvar de la autoayuda, él dispara hacia el mismo objetivo pero en el reverso exacto.
La madrugada, 3 y 39 AM. La transpiración deja su olor rancio, la transpiración del cuerpo invadido. El espejo da cuenta del suceso y una gran tranquilidad se siente a pesar de las contracturas. Vuelvo al super héroe luego de abatir al villano. Las ropas quedan rasgadas, el traje y la capa están raídas, algunas marcas y heridas son inevitables, pero la sonrisa de la victoria es suficiente para olvidar el mal momento.
Y ahí llega la música, la música que nos acompaña. Me inclino por algo de soul o un ritmo funky para tomar un mojito en una terraza.
Lo mejor sería meterme bajo la ducha, para que los olores se disipen, para relajar la cabeza y esperar que las ideas vuelvan al lugar de donde se tomaron unas pequeñas vacaciones.

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