miércoles, 1 de mayo de 2013

Sobre concejales enojados, distinciones, rock y la necesidad de discutir políticas culturales.


Escribí esto con la intención de aportar mi pensamiento a la discusión de ciertos actos políticos realizados dentro de ámbito cultural, escribí lo que sigue esperando que algunos de los políticos sean capaces de leerlo sin tomar estas palabras como cuestionamientos personales sino como un aporte.

Hace un tiempo el blog era un lugar donde poner ideas, pensamientos y hasta establecer discusiones estéticas, políticas, etc. Algunas de estas cuestiones se fueron trasladando al Facebook y más recientemente al Twitter. La profundidad de un pensamiento, de un texto elaborado fue perdiendo peso ante la velocidad de la frase, ante la rapidez de una respuesta y el ingenio convertido en síntesis.
Hace un tiempo hasta me gustaba escribir de política en este espacio y terminaba en eterna discusiones con lectores anónimos que al escudarse en el infinito espacio de la web podían hablar con total impunidad. Al llevar esas mismas discusiones al Facebook o al tuit, el debate es más franco, ya que la identidad en esos espacios es más sincera. Entonces pierdo profundidad pero gano en el debate franco, cara a cara, pero en donde no puedo exponer con tanta claridad lo que pienso.
Pero vuelvo al blog con mis ideas que solo pueden explayarse aquí o en el papel impreso, que creo que sigue siendo un soporte necesario.
Ayer sucedió algo muy extraño, por momentos patético y por otros gracioso.  Por la tarde vi una foto que publicó mi amigo César Debernardi (Coki) en donde los concejales de Rosario le otorgaban la distinción de visitantes ilustres de la ciudad a la banda No Te Va Gustar. Debajo de esa foto había más de una veintena de comentarios haciendo referencia a cierto oportunismo, a la necesidad de otorgar esas distinciones y muchas ironías que no dejaban bien parados a los ediles. Nadie cuestionaba a la banda uruguaya. Lo que aparecía era indignación. El que publicó la foto es un músico con una larga e importante trayectoria en esta ciudad y el país y algunos de los que comentaban también eran músicos. Pero no creo que a ninguno se les hubiera ocurrido estar en el lugar de NTVG, pero si es posible que muchos de ellos, como muchos de sus seguidores, que también publicaron comentarios, hayan sentido que los políticos que estaban ahí habían trabajado más para la foto que para pensar en la gestación de políticas culturales. Aclaro que yo no creo que esto sea así, pero lamentablemente son las cosas que se piensan cuando no hay demasiada claridad en las acciones. No tengo dudas sobre las intenciones de Norma López o María Eugenia Schmuck las dos concejales que junto a Jorge Boasso figuran en la foto. Ellas dos son militantes de muchos años y que creen en lo que llevan adelante aunque tengan visiones diferentes de la construcción política. Sin embargo Boasso es otra clase de político. Y justamente al verlo en esa situación, hice un comentario en tuiter en donde lo comparé con Mauricio Macri, eso provocó una catarata de tuits por parte del concejal al que decidí tomarlo para la joda y que concluyó cuando perdió los estribos, me trató de boludo y me bloqueó de su cuenta. ¿No era demasiado por una pavada? Un tipo que debe trabajar en la política de la ciudad se tomó media tarde en responder mis comentarios que solo fueron la visión de una persona (en todo caso un artista de la ciudad) que como tantos pueden estar en una vereda diferente en la que está parado él. Pero la discusión no importaría demasiado si no hablara del estado de las cosas en el mundo de las políticas culturales y de que estas funcionan a caballo de lo que sucede o se cree que sucede en el ámbito cultural o artístico.  En la legislatura porteña el 70 % de los proyectos que se tratan están relacionados con declaraciones de personalidad de la cultura a personajes que van desde Lady Gaga hasta la Tota Santillan pasando por Kiss. En el Concejo rosarino reconocieron a  una banda de rock uruguaya pero no por su música, sino por ser una banda comprometida con temas importantes. Ahora digo, salvo a Bono o a León Gieco, a los artistas se los reconoce por su arte y por la calidad de su arte. Podrían haber reconocido a NTVG por sus condiciones artísticas y no por lo que se supone que sus canciones dicen. Aunque si de uruguayos se trata deberían reconocer a Jorge Drexler, Martín Buscaglia , Ana Prada o tantos uruguayos que caen por aquí todos loa años. ¿Alguna vez le dieron un reconocimiento a los Fattorusso que han venido a Rosario una infinidad de veces? Si fuera por el reconocimiento artístico no sé si Coki, los Vándalos, Vudú o Cielo Razzo algunas vez fueron condecorados. Quizás si y no me enteré. Pero tampoco es esto lo importante. Lo importante es que este tipo de acciones hechas de esta manera terminan banalizando el mismo acto. Porque se distingue a un artista pero no por su condición de artista y se deja de lado a artistas (visitantes o no) que cuando se les ocurra premiarlos ya será demasiado tarde o realmente a ninguno le importará ser distinguido. Hago una digresión, los chicos de NTVG dejaron tirado en el camarín el cuadro y las distinciones de los concejales. Es decir: les importó un carajo.
El mayor problema es la desconexión entre las políticas culturales generadas desde ámbitos legislativos y los propios protagonistas del hecho cultural. Cuando sale el proyecto de la Comedia Rosarina los toma por sorpresa a los concejales que no tienen más remedio que sumarse ya que surge a partir del impulso de los propios creadores. Y en caso inverso podría mencionar un proyecto de los legisladores provinciales en donde quieren promocionar la actividad cinematográfica, pero lo elaboran si consultar a los principales productores de la región y sin saber cuales son los antecedentes que hay en otras provincias (como la de Buenos Aires) acerca de desgravación impositiva al sector y etc.
Creo en la política y creo en los políticos, como creo también en el proyecto nacional que está conduciendo este país, pero esto no me priva de hacer críticas a ciertos usos de la política. Y es en el espacio de la cultura en donde la política históricamente ha hecho agua, porque se ha confundido muchas veces el ámbito del espectáculo con el de la producción cultural. Son dos espacios que se cruzan pero que no siempre son lo mismo. Y probablemente el mayor cuestionamiento que le puedo hacer a los políticos es la carencia de un proyecto cultural que vaya más allá del corto o mediano plazo. Y de la misma manera en que en la construcción de la política económica hay economistas o en la planificación de las políticas de salud hay médicos, en la elaboración de las políticas culturales deben participar activamente la gente de la cultura y los artistas, pero sin sectarismos. La política cultural naturalmente debería ser inclusiva porque los hechos culturales o el nacimiento de un artista u obra no se pueden imponer desde el poder sino que surgen del diálogo y la aceptación de la gente. El artista necesita de políticas culturales que le ayuden a vivir de su arte, como el político muchas necesita del artista para ser legitimado.
Los concejales, como los diputados y los senadores necesitan tener la visibilidad que los políticos que gestionan tienen a diario. Por eso a veces encontramos a los legisladores farandulizándose en pos de que la  gente sepa de su trabajo y el ámbito de la cultura es el ideal. Pero a los artistas no se los compra ni se los convence fácilmente. El artista se presta sinceramente ante el político o el funcionario que le genere confianza de manera natural. Los artistas se acercan a Cristina pero no lo hacen con Macri. Y esto habla de algunas cuestiones bastante claras. La gente de la cultura de esta ciudad no tiene problemas en acercarse a Horacio Ríos, un tipo que ha abierto el juego a muchos artistas en Rosario, pero no creo que se quieran sacar una foto al lado de Boasso. Y eso habla de la política y de los políticos. Por lo que creo que Boasso en lugar de bloquearme y enfurecerse por la comparación que hago de él y Macri, debería pensar lo que expresan sus políticas o sus pensamientos polsco﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽s pensamientos polpresan sus pol de bloquearme y enfurecerse por la comparacio al lado de Boassoen acercarse a Horacioíticos. En realidad habría que hacer memoria y recordar en cuantos recitales, obras de teatro o películas locales hemos visto a los concejales de nuestra ciudad o a los diputados de nuestra provincia. Cuando se declaró la Comedia Rosarina un ilustre concejal confundió una obra clásica a la que le asignó un autor que no correspondía, sin que ningún asesor se diera cuenta de las barbaridades que había dicho. Quizás tampoco la prensa atendió a este furcio. ¿Por qué suceden estas cosas? Porque desde la política la cultura forma parte del maquillaje y no de lo sustancial. Decir una barbaridad en un acto cultural no tiene la misma incidencia que hacerlo frente a la inauguración de una empresa. No es lo mismo la ausencia de uno de estos políticos en el estreno de un hecho artístico que en una inauguración en la Bolsa de Comercio.  Vuelvo a repetir, creo en los políticos, creo en la política y en la discusión política que no debe estar encerrada en los pasillos de los partidos, ni en los despachos de los legisladores. Para algunos, los artistas que aparecen en los suplementos de espectáculos no tienen entidad para debatir, pero los sesudos que aparecen en las columnas de opinión tienen la entidad intelectual de la que carecen los otros. Grave error. Estar lejos de la cultura también es estar lejos del pueblo. El pueblo –en todo su abanico de singularidades- consume cultura. El pueblo –en el sentido más amplio- reconoce a sus músicos, a sus poetas, a su actores, los reconoce con el aplauso, comprando un disco o leyendo un libro. Los concejales, los legisladores representan al pueblo, los concejales, los legisladores son el pueblo. Es hora de que las cosas empiecen a estar en su justo lugar.

Gustavo Postiglione


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