sábado, 7 de febrero de 2009

berlin parte 2




jueves
El desayuno del hotel está muy bien. Como detalle interesante: 12 variedades de te y salmón rosado.
Son 5 estaciones de metro/tren hasta Postdamer Platz, el centro del Festival. Una zona del Berlín más moderno, un tanto oficinístico y enorme como todas las cosas que hacen los alemanes, parece que tuvieran una tendencia a que su arquitectura y sus espacios urbanos tengan grandes dimensiones. El Festival se instala en una especie de Puerto Madero alemán, en donde la zona que antiguamente era el Este Berlinés o la DDR. Ya no quedan rastros del muro, solo un par de flacos disfrazados de soldados de la Alemania Oriental ofreciendo sellar en los pasaportes el visado de para atravesar la “cortina de hierro” Las oficinas del European Film Market ocupan una mansión o algo más que una mansión, como si fuera el edifico de la Plaza Cívica de Rosario destinado exclusivamente a una sección del festival. Acreditación, bolso, algunos catálogos. Mi inglés mejora ostensiblemente o los alemanes tomaron el mismo curso que yo. Argentina comparte el stand con México. Allí están María Nuñez, Delfina Peña y el jefe del stand: Bernardo Bergeret a quien desde que lo conozco nunca lo ví tomar un respiro en su laburo (algo poco común para un funcionario), Guido Rud (particular personaje de la distribución local) y Hernán Guerschuny y Pablo Udenio, los chicos de Haciendo Cine, responsables de que yo esté aen esta ciudad.
Las horas pasan y no pasa nada. Compramos teléfonos celulares por 20 euros con 5 euros de carga. Todos los argentinos tenemos el mismo Nokia. Después Internet como pasatiempo de varios de los que estamos allí. Cerca de la media tarde descubro que no he almorzado, me dediqué un largo rato a subir a la web el trailer de Días de Mayo (ahora está en youtube y en facebook). Hay un restaurante filipino a la vuelta del EFM. Me tomo una sopa vietnamita de pollo.
A las 19 horas se va desalojando el EFM. Con un grupo (argentinos, mexicanos, colombianos y chinos) nos vamos a comer cerca del Berlinale Palast. A unas cuadras están Clive Owen y Noami Watts, pero no nos importan. Un postre en Mac Donalds y de regreso al metro. Llegamos al hotel y veo una persona conectada a Internet con una notebook, intento conectarme con mi máquina pero me pide password, se lo solicito al conserje pero me responde -en ese inglés en el que nos entendemos tan bien- que no me lo puede dar. Le explico que en la info turística del hotel dice que deberían darme el servicio de wi fi, pero no hay caso. Parto con mi notebook y camino una cuadra y media y me topo con el cine Delphi, y al lado y formando parte de la misma construcción: el bar Cuasimodo, con wi fi gratis para los clientes que quieran utilizarlo. A mi me interesa poder probar el Skype, pero hasta ahora solo he podido a medias. Me comunico con Anju y el Skype funciona pero la camarita (lo esencial) parece que tiene un problema. Me tomo un capuchino y un Jim Bean y camino al hotel a dormir.

viernes
Por la mañana otro de los conserjes me permitió conectar la notebook a la red del hotel. Ahora siendo las 3 AM, estoy en el lobby del Astoria frente a mi pequeño monitor de 12 pulgadas. Hoy almorcé la auténtica salchicha alemana con chucrut y hoy también fue la presentación del Niño Pez, la nueva película de Lucía Puenzo. Toda la delegación argentina estuvo allí presente. Estuvimos. Ya están por acá Liliana Mazure (Presidenta del INCAA) Pascual Condito, distribuidor y personaje necesario del cine argentino. Previamente hubo un cóctel en un bar muy clásico y europeo. La medida justa para la película. Se proyecto en el Zoo Palast, un cine muy grande que era antiguamente la sede del festival. El Niño Pez es de esas películas que necesitan lo que llamo digestión fílmica, algo que me sucede a menudo y que me gusta sentirlo. Procesar un film de a poco significa que hay algo en esa película que todavía hay que terminar de digerir. Creo que es más arriesgada narrativamente que XXY, pero a su vez aborda una temática que ya ha transitado cierto cine reciente, con links que podrían acercarla a Martel, Trapero o Albertina Carri, pero sólo en lo temático. Lo que más me sorprendió de la película fueron dos de las actuaciones: Mariela Vitale o Emme, y la aparición de Arnaldo André en un personaje que me hubiera gustado ver más tiempo en pantalla. Lo importante –creo- es que hay elementos, señales y elecciones en la puesta en escena que vinculan a Un Niño Pez con XXY y eso habla de la existencia de un autor y de una mirada personal, algo que siempre es bueno saludar y que se debe respetar.
Luego de la película nos ofrecieron ir a una fiesta Queer pero la mayoría optó por el descanso.

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