sábado, 21 de noviembre de 2009

el principio de algo XX

Cómo decir te amo sin herir escribió en su bitácora, en su cuaderno, en su libreta de apuntes. Escribió pensando que podía decir te amo y sin embargo hacer daño. No siempre el querer, no siempre el amar suponen la felicidad de dos personas... o de tres. Era algo que le rondaba la cabeza. La chica le había dejado la nota y era muy clara
No quiero esperar más un beso.
No quiero esperar más un gesto de amor. Es demasiado cruel. Si puedo amarte en mi, mejor así, si no es preferible pensarte muerto. El error fue creer que te podía tener, eso se me hace intolerable el hoy. No quiero esperar más.
Sigamos juntos para siempre, desde tus ficciones. No voy a quedarme esperando más de este amor.
Hasta aca, mi amor. Nos cruzamos en mis sueños, ¿en tus sueños? ¿en tus relatos?
Fue un placer. Tenias razón.
El terminó de leer la nota y la recordó con su paraguas bajo la lluvia, la recordó en esa pequeña habitación cuando las llamas los invadían. La recordó hablándole toda la noche sin parar y recordó esa sonrisa cómplice que lo atrapaba. Entonces escribió la frase varias veces y la tachó otras tantas. ¿Cómo escribir sin herir? ¿Cómo amar sin herir? El amor es una herida absurda y como esa curda tan fugaz, nada más, y cambiaste de tiempo y de amor y de música y de ideas y un sensual abandono vendrá. Y cierras los ojos y ves todo el mar en primavera.
El pensó pero se dió cuenta que no hacía otra cosa más que pensar y que la moneda cayó por el lado de la soledad. Todo lo que termina termina mal.
Entonces decidió responderle. La lluvia era una constante y la moto de agua con la vietnamita ya se había alejado. En esa noche había intentado escapar de su lugar seguro, había querido volar por los aires y transformarse en un héroe de novela negra. Pero cada uno lleva su propia cruz y él no podía dejar de ser quien era, aunque ese ser que creía ser también le resultaba extraño.
Alguien va subiendo la colina, será que la canción llegó hasta el sol.
Mi canción quiero que llegue hasta vos Leyó esto y lo tachó. Nada de cursilerías. Pero las cartas de amor son cursilería pura y él no era Sartre ni ella Simone de Beauvoir.
Pero él sintió que su escritura no decía nada nuevo, nada que no haya dicho, nada que pueda cambiar la situación. Salió corriendo y supuso que el solo hecho de correr lo iba a trasladar inmediatamente hacia ella, que sus piernas tenían la posibilidad de detectar y encontrar a esa mujer.
¿Dónde estás? fue la pregunta de toda la noche



2 comentarios:

Unknown dijo...

Se dice "Amor" y no puedo creer q estoy creyendo... Imagino otros finales posibles: demasiado gris...
Lindo espacio!!
Abrazo!
Ari

Unknown dijo...

Quiero más de esta historia atrapante! no es una orden, es una súplica!!!
Por donde anda Postiglione q nos ha abandonado?