domingo, 10 de abril de 2011

Diario de rodaje / Día 13 y 14 / La aparición de lar armas


Una historia policial necesita de armas, aunque estas se disparen o no. Pero si se disparan ¿mejor? A veces sí, otras veces he aplaudido policiales sin armas. La Nieta de Gardel necesita de armas y las armas en un rodaje crean un clima muy especial, fundamentalmente cuando su uso está más cerca del que hacíamos cuando de chicos jugábamos a policías y ladrones o algo por el estilo. Ayer le volamos la cabeza a un personaje adelante de su mujer y su hija, hoy asaltamos el viejo Banco Nación. El problema de estas escenas es elaborarlas, en realidad armar la coreografía porque necesitamos de la precisión de los movimientos, de la excatitud de un disparo, como así también dotar a todo de un sentido de realidad diferente al de un simple diálogo. Cuando un actor dispara sobre otro debemos creer que eso es verdad de la misma manera que lo hacemos cuando vemos al actor encender un cigarrillo o mantener un diálogo trivial en una mesa. Pero para lograrlo muchas veces apelamos a convenciones que poco tienen que ver con la realidad. Un tiroteo cinematográfico es diferente a uno real, pero las convenciones del cine, como las del género policial nos llevan a aceptar con más naturalidad aquellas que han sido impuestas por la misma ficción. Entonces las escenas "de tiros" tienen dos componentes, por un lado la impronta de realidad que en movimientos, textos y acciones le aportan los actores y otra impronta -que los actores también deben respetar- que está vinculada a otros movimientos, textos, acciones y planteos de puesta en escena que combinados con los anteriores nos acercan a la "verdad de la ficción o del género".  No sé si yo estaba pensando en todo esto ayer y hoy, pero creo que son las cosas que se llevan adentro de uno de manera inconsciente en el momento de dirigir, de elegir una toma, de planificar un movimiento de cámara o de hacer determinada marcación a un actor. Hoy todos nos sentimos niños que jugábamos a los policías y ladrones y estábamos felices de hacerlo. En la historia, en el guión previsto Agata Galiffi terminaba escapando, corriendo sola ya que habían batido a casi toda su banda, pero en el fragor de la acción decidí que si bien ella debe escapar, lo haga de manera más heroica, perdiendo su botín, pero enfrentando a la ley de igual a igual y casi con más poder. El personaje me convenció que debía ponerlo en otro lugar, uno que lo acerque más a su mitología, aunque esto comience a desarrollar una nueva verdad histórica.

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