miércoles, 30 de enero de 2013

FINAL Y COMIENZO

Terminé de editar Perra Negra, hay una película allí. La distancia para verla con claridad no la tengo y no sé si la podré tener.
Cinco, seis o diez pasos para atrás y ver la obra en el contexto, con su espacio-tiempo. Me sigue gustando, nada se modifica cuando vuelvo a mirarla, solo hacen falta unos ajustes en el sonido.
Me doy cuenta que he terminado una película más y me parece algo muy normal, muy natural. Ahora Perra Negra empieza a viajar, para ver que pasa, que la miren otros y comenten, que la elijan o la desechen. Confrontar. Eso es lo bueno del cine, poder confrontar ideas, formas, contenidos y darnos cuenta que la mirada del otro a veces está tan cercana a la propia que nos sorprende y a veces está tan lejana que también nos sorprende. Perra Negra es un experimento extremo, algo que nos propusimos con Celia Ferrero como una prueba de hasta donde se podía llegar con una actriz sola frente a la cámara, con todos los riesgos que eso significa. Creo que no lo hubiera podido hacer con con otra actriz que no fuera ella. Poner el cuerpo -como lo puso Celia- no es fácil y conlleva un riesgo importante, porque si bien hay un director atrás que pide que eso suceda, es la actriz la que se expone de una manera cruda y hasta violenta en su propia soledad, con la única compañía de la cámara. Jugarse y largarse sin red, es algo que agradezco enormemente. Celia es la actriz con la que mejor me he entendido en los últimos años y también con la que más he discutido, discusiones que siempre han tenido que ver con el apasionamiento de este trabajo, pero que son necesarias en la construcción de algo tan inestable como el cine. Porque nosotros también somos inestables. Hay una película más y eso me hace feliz y seguramente Perra Negra en un futuro se transformará en otra experiencia tan extrema, tan vital y seductora como esta.

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