lunes, 14 de mayo de 2007

CRITICA DE LA PELI EN INGLES Y ESPAÑOL

Diario Buenos Aires Herald
La Peli- Review
Diego is a film director shooting a fictional piece of militant cinema. But he’s totally blocked and has no idea as to how to go on. It seems there’s no way out. That is until he meets Ana, a younger girl, quite beautiful, with whom he’ll live a passionate, most heated love affair. And as soon as there’s love in his life, it’s goodbye to his creative block. He set his mind back on the film, which due to the love impact has suffered a huge change – it’s anything but militant cinema stuff now. It’s the one and only project that obsesses him. Too bad he neglects Ana as he gets more and more egotistical about his film. Especially because she can’t take it much longer and soon enough, she dumps him. Now the shit has really hit the fan: Diego is way depressed, shocked by the split up, he can’t pull himself together, and quits the shooting. He needs to get Ana back. He needs to get his mind back as well. He needs to have a life again. Without Ana, life is not worth living.

Argentine filmmaker Gustavo Postiglione’s La peli is the third part in the trilogy he started with El asadito (2000), and then continued with El cumple (2002). The first thing that springs to mind is that, in aesthetic and narrative terms, La peli basically has nothing to do with neither El asadito nor El cumple.

For starters, there are many possible films in La peli: there’s the story of Diego, the megalomaniac film director; the love story between Diego and Ana; the story of Diego’s mental and emotional breakdown and his tour de force not to go nuts…plus the story of a film being shot within a film; the possible different films to be made from a single story; and the homage Postiglione pays to good old classics such as Fellini’s 8 ½ or Truffaut’s Day for Night – just to cite two examples. Not all the possible films in La Peli function smoothly. Not all of them make sense all the time. Not all of them are as compelling as they seem at first glance. Yet, there are at least two traits that make Postiglione’s third part of his trilogy not only a film worth seeing, but also an auteur film, like El asadito and El cumple, but different.

First, although far from perfect, its narrative dares to go to new places, visit unfamiliar scenarios, and is unafraid to take risks, even if, at times, that means verging on the ridicule. Granted, whether the above is a virtue is also debatable, but one thing is for sure: when a film director is so convinced of the film he or she wants to make, follows his or her personal vision - even at the expense of a more well rounded final result - and, above all, he or she ends up achieving most of the film’s premises, then something has certainly been done right. Such is the case of Postiglione. For there’s no hidden agenda here. What you see is what you get. For better or for worse, this is definitively not a tepid film. On the contrary.

Secondly, there’s its deeply unapologetically sentimental nature, even to the point of being corny, but, at the same time, it’s utterly honest and authentic – there’s no beating around the bush here. Sentimental it is, all right. Like in a melodrama – though this no melodrama – feelings, visceral sentiments are what really prevail, what make characters do what they do at the expense of what they should do or are expected to do. This is not about intellectualizing and rationalizing. Instead, it’s about feeling. And at a time in when there seems to be certain demure - even reluctance - in portraying elementary expressions of profound love (including its almost immediate loss and subsequent realization of the value of what was lost) Postiglione’s La Peli is a refreshing, vital, and passionate quest for recovering the capacity to get lost in the turmoil or romantic obsession.

That said, it’s only fair to point out that La peli suffers from some problems that could have been avoided: it’s a bit overlong; it’s excessive and even redundant when it comes to stylistic flourishes; it’s somehow arbitrary in its use of color and black and white; and, at times, it’s too self explanatory. In short: a bit self indulgent, if you will. Like its characters, it’s a film that tends to go to the extremes, which not always works quite right.

On the other hand, Postiglione’s decision to cast three different actors (Resta, Briski, and Grandinetti) for the same role, each one playing Diego according to different phases in his life, it’s not only well executed but it also shows the director firm hand when it comes to coaching his actors in order to have them deliver homogenous performances – something that extends to all the other performances, including that of TV star Natalia Oreiro, as finely tuned as you never though she could be. Let alone the convincing and most candid film debut of local film critic Diego Lerer from Clarín daily as…himself.


Pablo Suárez



La Peli – Buenos Aires Herald

La Peli, del cineasta argentino Gustavo Postiglione, es la tercera parte de una trilogía que empezó con El Asadito (2000) y continuó con El Cumple (2002). Lo primero que salta a la mente es que, en términos de estética y narración, La Peli no tiene básicamente, nada que ver con El Asadito y El Cumple.

Para empezar, hay muchos posibles films dentro de La Peli: está la historia de Diego, el realizador megalomaníaco; la historia de amor entre Diego y Ana; la historia de la crisis mental y emocional de Diego y su camino para no volverse loco... más la historia de una película que se filma dentro de una película; los posibles films que pueden hacerse de una misma historia; y el homenaje que Postiglione le rinde a clásicos como 8 ½ de Fellini o Day for Night de Truffaut - para citar dos ejemplos. No todos ellos tienen sentido todo el tiempo. No todos son tan obligatorios como aparecían a simple vista. Sin embargo, hay dos características que hacen que la tercera parte de la trilogía de Postiglione sea no sólo un film digno de verse, sino un film de autor, como El Asadito o el Cumple, pero diferente.

Primero, aunque lejos de la perfección, la narrativa se atreve a entrar en lugares nuevos, visitar escenarios no familiares, y no tiene miedo de correr riesgos, incluso si, por momentos, eso significa rozar el ridículo. Garantizado, mientras lo anteriormente dicho es una virtud, también es debatible, pero una cosa es segura: cuando un director de cine está tan convencido de la película que quiere hacer, sigue su visión personal –incluso a expensas de un resultado final mejor redondeado- y, sobre todo, termina consiguiendo la mayoría de las premisas del film, entonces hay algo que ciertamente está bien hecho.

Este es el caso de Postiglione. Porque acá no hay intenciones escondidas. Lo que ves es lo que hay. Para bien o para mal, definitivamente esta no es una película blanda. Al contrario.

Segundo, su profunda naturaleza de no-apología sentimental, incluso hasta el punto de ser cursi, pero, al mismo tiempo, es terriblemente honesta y auténtica. Es sentimental, si. Como un melodrama – aunque no es ningún melodrama – sentimientos viscerales son los que realmente prevalecen, lo que hacen a los personajes hacer lo que hacen a expensas de lo que deberían hacer, o de lo que el resto esperaría que hagan. Esto no es sobre intelectualizar o racionalizar. Es sobre sentir. Y en un momento en el que parecería haber cierto comedido –hasta repugnancia- en retratar expresiones elementales de amor profundo (incluyendo la pérdida casi inmediata y el subsiguiente reconocimiento del valor de lo perdido), La Peli de Postiglione es una búsqueda refrescante, vital y apasionada de recuperar la capacidad de perderse en la agitación de la obsesión romántica.

Con esto dicho, es justo notar que La Peli sufre de ciertos problemas que podrían haberse evitado: es un poco larga; es excesiva y a veces redundante en cuanto al estilo; un tanto arbitraria en su uso del color y el blanco y negro; y, en ocasiones, se explica demasiado a sí misma. En resumen: un poco auto indulgente si se quiere. Como sus personajes, es un film que tiende a ir hacia los extremos, lo que no siempre funciona del todo bien.

Por otro lado, la decisión de Postiglione de usar tres actores diferentes para un mismo rol, no sólo está bien ejecutada, sino que muestra la mano firme del director cuando se trata de manejar a sus actores para que provean actuaciones homogéneas –algo que se extiende a todas las otras actuaciones, incluyendo a la de la estrella de la TV Natalia Oreiro, delicadamente afinada como nunca se pensó que podría estar. Y por supuesto el convincente y sincero deber del crítico de cine local Diego Lerer del diario Clarín en el rol de... él mismo.

Pablo Suárez




11 comentarios:

Anónimo dijo...

En el número de este mes de El Amante Noriega termina con toda la pavada que construiste alrededor de la película. Te recomiendo fervorosamente que la leas así terminás de plagar cuanto blog exista.

Basta de boludeces.

Unknown dijo...

Mojo o como te llames
soy un director orgulloso de lo que hice y si construí una gran pavada evidentemente te ha molestado lo suficiente como para que me lo vengas a decir a mi propio blog, es decir cumplí mi cometido, y te estoy agradecido

Roli dijo...

Alto critico Noriega,¿eh?,despues anda diciendo que su heroe es Spielberg segun me comentaron,y bueh,este pais es asi,los cagones siempre atacan bajo seudonimos,yo a Gustavo le envie por mail mi critica (mas negativa que positiva) y sabe de donde venia.

Pero hay un error al final de la critica,Diego Lerer no se interpreta a si mismo,y hablando de eso,te agradezo lo que hiciste con ese personaje en la escena de Norman Briski,¿fue por algo en especial?

Anónimo dijo...

El mundo se ha complicado tanto que ahora pareciera hay que ir al cine en vez de leer libros de ensayos. Loco, así como el cine no va a hacer la revolución el solito, tampoco una película va a poder revolucionar la realidad, ni siquiera del mismo cine argentino al que pertenece. Gustavo, si querés que la gente vaya al cine a trabajar de crítico, entonces, como mínimo (y como han reclamado por ahí), deberías regalar las entradas, o subirla a internet. Y si no, dejanos ir al cine en paz.

Unknown dijo...

que cada uno vaya al cine a hacer lo que quiera, no creo alterar la paz de nadie en un cine, si así fuera te recomiendo ir a un sicólogo, y el que quiera leerme que me lea y próximamente te prometo que subo LA PELI a internet.

Roli dijo...

Si,al e-mule que es una masa,de ahi baje El Asadito

Anónimo dijo...

la verdad, esta peli es malísima man
chau

Anónimo dijo...

Hola Gustavo. Bueno de las criticas no opino ya que todavia no vi la pelicula (soy del interior) pero te queria invitar a que ingreses a www.quevemoshoy.blogspot.com un blog que hago sobre cine argentino, donde muchas veces hubo info de tu peli. Una lastima no haber encontrado antes tu blog para poder realizarte una minima entrevista para el blog, te espero gracias
www.quevemoshoy.blogspot.com

Anónimo dijo...

Estimado Gustavo:
“El cineasta digno filma firmemente, y no cambia su guión aunque se queme el cine” dice Birri

Y eso hiciste con tu “peli”.
Después podremos discutir si es el fósforo, la mecha o la pólvora; si nos cobijamos en su calor o huimos por temor a chamuscarnos, pero, seguramente, habrá algo nuevo surgiendo de sus cenizas.

Mi respeto por tu obra y mi admiración por tu valentía.
Un abrazo.
Hugo Grosso

Anónimo dijo...

Agradezco la corrección a mi crítica: es verdad, Diego Lerer no se interpreta a sí mismo, sino a un crítico de cine en la ficción de La Peli.

Pablo Suárez

Anónimo dijo...

Agradezco la corrección a mi crítica: es verdad, Diego Lerer no se interpreta a sí mismo, sino a un crítico de cine en la ficción de La Peli.

Pablo Suárez